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Federico Jiménez Losantos

Golpismo, terrorismo, violación... ¿llegaremos al hurto?

En los primeros momentos del esperpento de Madrid, la tesis que sostenía Simancas y coreaban con estrépito los medios de su cuerda era que estábamos asistiendo a un auténtico “golpe de Estado contra la democracia”, un tipo de golpismo en el que “el ruido de cheques ha sustituido al ruido de sables”. Dicho por los financiadores de Piñeiro y los comensales de Armada en vísperas del 23-F, la cosa tenía bemoles. Pero a la semana se había agotado la metáfora, Tamayo no se parece a Tejero y la gente necesitaba gasolina moral para mantener la hoguera del rencor sectario.

Entonces se centró la presión en los “despojos”, traidores, rebeldes, “corrutos” y escoria humana. Y la fórmula descalificatoria evolucionó del “golpismo” institucional y promovido por el PP al “terrorismo político”, como expresión de la cobardía asesina de los también llamados “tránsfugas”, y también incorrecta e insuficientemente. Era tan exagerado el dicterio que, a los quince días, caducó. Como además no se descartaba la posibilidad de un apaño con los “despojos”, convenía no pillarse los dedos asociándolos a la goma2. Nunca se sabe.

Ahora, Simancas ya no se siente un ciudadano demócrata atropellado por los golpistas ni tampoco una persona sin más asesinada o amenazada por los terroristas. Ahora se siente mujer violada. Y no está dispuesta a perdonar al violador. Como prueba de que sigue teniendo una gran opinión de sí mismo, puede pasar. Pero imaginar a Tamayo como violador de Simancas es casi tan inverosímil como ver a Sáez de violadora de Ruth Porta. Nada es imposible pero hay cosas bastante poco verosímiles.

No obstante, la desmesura en las metáforas sigue una línea descendente: del golpismo casi genocida pasamos al terrorismo y ahora andamos en la violación. Para el mes de Octubre, si son entonces las elecciones, es probable que la “tamayada” sea ya sólo atraco o incluso simple hurto. No es descartable que un jurado popular, léase votantes, acabe condenando al acusador Simancas a devolver el botín. Será un sarcasmo, pero será justo.

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