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Germán Yanke

La desgracia de tener un tonto por alcalde

Corría hace años de mano en mano la fotocopia de una tarjeta postal enviada por Camilo José Cela a un donostiarra con ocasión de la elección de un viejo alcalde de la capital guipuzcoana: “¡A joderse, donostiarras!”, decía, con su inconfundible pachorra, el premio Nóbel. La única suerte que tiene Odón Elorza es que Cela no pueda ya glosar su tontuna política y personal. La desgracia de los donostiarras es hoy, sin duda, mayor.

La doctrina de Elorza es de una simpleza apasionante, lo que no quita un ápice a su indignidad. Al parecer, todos los males del País Vasco son culpa del PP, lo que podría ser una proposición infantil si se defendiera con algún argumento solvente en una guardería. Pero ni eso. Para dar la impresión de que tiene memoria desacomplejada, Elorza menta los “GAL, Roldán, y los escándalos financieros y económicos acontecidos (sic) en la última década”. Si lo hubiera hecho el PP incurriría en la confrontación y la crispación, pero el atrabiliario alcalde de San Sebastián los cita como “prueba” de una proposición imbécil: que disminuyó y disminuye (ahora con el PP) “el nivel afectivo de buen número de vascos hacia España”. Cada uno pasea con quien quiere y parece que las compañías de Elorza están entre los bobos y los enemigos de la democracia porque España y su Constitución es, para los vascos, lo que les reconoce su ciudadanía y les proporciona un Estado de Derecho que respete sus derechos y libertades, lo que no ocurre con las instituciones vascas controladas por el PNV.

Pero Elorza, en su abnegado esfuerzo por parecer incompetente intelectualmente, quiere hacernos ver que, a diferencia del momento en que se celebraban las Olimpiadas en Barcelona (que se organizaron, según su aberrante explicación, por “La España que se lanzó con Cataluña…”) o se construía el AVE (¡vaya ejemplo de corrección en el gasto público!), la de ahora no tiene adhesiones ni prestigio. Es más, sería algo parecido a la materialización del oscurantismo autoritario. Y, claro, los vascos están desilusionados y los nacionalistas tienen “argumentos para confrontar con el nacionalismo español desde posiciones soberanistas”. Si El País permite la sandez porque viene avalada por un cargo público o tenía de vacaciones a los correctores de estilo es cosa suya, pero los lectores no pueden menos que asombrarse de tal diarrea mental.

Elorza, el que pactó para su propia tranquilidad con los cachorros de batasunos que le dejaran pavonearse durante las fiestas de San Sebastián, se coloca de parte del PNV, y en contra de su propio partido, criticando decisiones judiciales como el cierre de Egunkaria o lo que, con un eufemismo de beodo, llama “el cuestionamiento de instituciones vascas como la Universidad pública o el Parlamento”. Para ponerse, además, de parte de los criminales, de la red de intereses y apoyo a ETA-Batasuna, llega a la idiocia de sugerir que ningún tribunal español tiene o tendrá la independencia de hacer un dictamen como el del Tribunal Supremo de Canadá sobre Quebec, en el que están las claves de su “política innovadora”, como en Irlanda. Tiene gracia la incoherencia de quienes, si se cita el artículo 155 de la Constitución, se echan las manos a la cabeza y luego ponen como ejemplo Irlanda, en donde la retirada de las mínimas competencias autonómicas es casi moneda de curso común. Pero no se puede pedir finura doctrinal ni lógica a un tipo como Elorza que, en vez de su bibliografía sobre Québec (“A destacar que El País le ha dedicado varios reportajes de gran interés”, escribe sin despertar el pudor de la redacción del periódico), podría preguntar a su compañero López Aguilar, que algo sabe sobre el tema y que le dejaría, a efectos de estas reivindicaciones infantiloides, compuesto y sin novia.

Pero que el alcalde de San Sebastián sea tonto, como viene demostrando una y otra vez, no justifica la indignidad, tras tantos muertos, de equiparar al PP con ETA y el PNV entre quienes quizá no le dejen llevar adelante su aberrante ensoñación. Claro que termina preguntándose si le comprenderán “los demás socialistas en España”. Pues claro que no, ellos –aunque estén muy en contra del PP– también saben que en San Sebastián hay un tonto por alcalde.


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