Con Esteban Dido nunca se sabe, pero como ya advirtió Libertad Digital, Raúl Rivero y su familia pueden estar en España antes de que el miércoles Moratinos comparezca en el Parlamento para tratar de explicar por qué acusó a José María Aznar de apoyar el golpe contra Hugo Chávez. Según hemos podido saber, al menos, el poeta y otros 12 pacíficos activistas de los derechos humanos, acusados injustamente de trabajar para una potencia enemiga, han sido trasladados a La Habana tras pasar más de un año en cárceles del interior de la Isla. Desde la mañana del viernes por Cuba corren todo tipo de rumores que apuntan a una posible excarcelación masiva.
Dios quiera que, como todo indica, muy pronto podamos tomar un café con Raúl Rivero en Madrid. Toda persona bien nacida ha de alegrarse de que excarcelen a un preso inocente. Bienvenida sea entonces la más que probable excarcelación de Rivero y de varios de los disidentes del grupo de los 75. En cualquier caso, y, alegrándonos como nos alegramos, no podemos olvidar que su liberación le sirve a su verdugo —afamado chantajista a la hora de servirse del sufrimiento ajeno— para tratar de ayudar a los que quieren romper la posición común de la Unión Europea respecto a su tiranía.
Muchas han de ser las dificultades por las que atraviesa Miguel Ángel Moratinos, cuando el Monstruo de Birán, El Granma, y Jorge Castañeda, ex ministro de Asuntos Exteriores de México, corren en su auxilio y se suman a la infamia de acusar a Aznar de haber colaborado en el golpe contra el compadre de Zapatero. Está claro que el Gorila Rojo y la tiranía castrista trabajan en equipo. Lo tenían todo estudiado. La visita de Chávez, la provocación de Desatinos y la movida en las cárceles castristas responden a los intereses de los que sienten un inmenso odio por José María Aznar y por todo lo que éste representa.
Además, toda esta historia les viene muy bien. Mientras se hable del ex presidente del Gobierno, del casi con toda seguridad autogolpe chavista y del miserable Castañeda, no se habla del coronel Hernando. Sin embargo, se equivocan si insisten en marear la perdiz. Nada ni nadie evitará que sientan un escalofrío todas las madrugadas en las que el diario El Mundo embargue su portada. Por mucho que lo intenten no podrán evitar el descomunal éxito del programa La Mañana, desde el que Federico Jiménez Losantos pregunta todos los días por la masacre de Madrid.