Menú
Agapito Maestre

Zapatero impone y la sociedad traga

Está convencido de que lo jurídico y lo social tiene que estar penetrado por su principal consigna política: la paz de cementerio por encima de la libertad, la justicia y la democracia.

Astarloa se escandaliza porque Zapatero use los argumentos de ETA contra la justicia. El Mundo dice que Zapatero no puede ceder ante la trampa de la huelga de hambre. Estoy de acuerdo con estas opiniones, pero reconozco que caen en los análisis de las buenas intenciones. La cosa es mucho más grave. Estamos ante un proceso totalitario con el que se puede acabar sólo mediante la movilización de la sociedad contra Zapatero y con la resistencia de los jueces cumpliendo la ley. Hay muchas formas de engañarse, pues, ante el proceso totalitario impuesto por Zapatero en su negociación con ETA, y, desde luego no es la peor la utilizada por el diario El Mundo, en un reciente editorial, cuando conminaba al Gobierno a no ceder ante la huelga de hambre del terrorista De Juana Chaos.

Hay, pues, peores formas de autoengaños, pero, sin duda alguna, esa apelación "moralista" se engaña. El planteamiento resulta ingenuo, o peor, imposible de aceptar, porque el Ejecutivo ya se ha puesto en lo fundamental al lado de los terroristas, o sea, negocia en términos políticos con ETA al margen del Estado de Derecho. Sí, impone un proceso al margen de lo que dice la sociedad civil, especialmente las víctimas del terrorismo; sí, al margen del Parlamento, especialmente de los criterios de la oposición del PP; y, sobre todo, al margen de la justicia. Es difícil ceder más. En verdad, ya no deberíamos hablar de cesión. La cesión es ya una etapa pasada. Zapatero no cede ante ETA, sino que nos impone a todos que cedamos ante los criminales.

Sin embargo, los bienintencionados analistas de El Mundo, situados en el orden nebuloso de los deseos, insisten en que la huelga de este criminal es un chantaje "ante el que Zapatero ni puede ni debe ceder"; pero la ineluctable realidad, o sea, los pasos y declaraciones que hace el jefe de Gobierno, nos muestra todo lo contrario. Más aún, sospecho que si Zapatero no hubiera criticado que la sentencia a De Juana Chaos dificulta el proceso de paz, el criminal y su banda no habrían hecho de la huelga de hambre de aquél un ataque frontal al Estado de Derecho. Por lo tanto, sólo en este contexto despreciativo del Estado de Derecho en el que nos ha situado Zapatero puede comprenderse el envalentonamiento de Otegi, quien ha increpado al Gobierno para que se deje ya de remilgos y cumpla lo pactado.

¿Cuánto tiempo tardará Zapatero en ejecutar su plan, o sea, cumplir lo pactado? Eso dependerá, reitero, de la capacidad de resistencia que tengan los jueces, o sea, de mantener su independencia, de la capacidad de movilización del PP y, sobre todo, de la capacidad de movilización de la sociedad que, por ahora y como en las peores épocas de la historia de España, sigue dormida o con los ojos cerrados disfrutando de su "barriga llena". Zapatero, en cualquier caso, hace tiempo que dio el paso decisivo, a saber, hacer depender la legalización de ETA de la voluntad política del Ejecutivo. Por eso, precisamente, la obsesión de Zapatero porque el proceso jurídico se someta a lo político, es decir, a su capricho, es aún más totalitario que el comportamiento criminal de ETA. Ya no se trata de que Zapatero acepte más o menos los planteamientos de ETA en determinados aspectos, cosa que está haciendo, por supuesto, cuando manda a Patxi López a negociar cuestiones concreta con los criminales, sino que él está convencido de que lo jurídico y lo social tiene que estar penetrado por su principal consigna política: la paz de cementerio por encima de la libertad, la justicia y la democracia.

En España

    0
    comentarios