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Agapito Maestre

Sin políticos en la reapertura de la T-4

El acto fue penoso, porque el Gobierno no quiere rectificar su política de diálogo con ETA, y porque el PP quizá no quiere ser tildado de partido crispante en época electoral.

Ha vuelto abrirse al público la parte destruida de la Terminal 4 de Barajas. Murieron dos hombres y la reconstrucción del edificio ha costado 24,5 millones de euros, pero el presidente del Gobierno no ha estado en el acto. Las palabras de la ministra de Fomento eran fingidas y el resto de asistentes eran figurantes para enterrar lo que allí había pasado el 30 de diciembre pasado: un atentado contra la Nación española. "Han sacado" a la víctima del mismo modo que enterraban a los asesinados de ETA en los años setenta y ochenta. Aunque el acto fue a primera hora de la mañana, los modos recordaban a los familiares de las víctimas que aguardaban a la noche para sacar a los cadáveres y enterrarlas a escondidas; también aquí parecía que las palabras de la ministra no querían ofender al separatismo criminal.

El acto de reapertura de la T-4 ha sido bochornoso. Una vergüenza. Nadie importante ha estado en el lugar del crimen. El Gobierno ha hecho una faena de aliño. Era necesario olvidar lo sucedido. De ningún modo había que recordar que los criminales de ETA pusieron las bombas en Barajas mientras negociaban con el Gobierno de España. Pero, sobre todo, era menester que Rodríguez Zapatero no apareciese en el acto no sea que se equivocara de discurso y comprometiese en período electoral su pobre y desvaída palabra. Por todos los medios había que evitarle el pasar por el bochorno trance de volver a contemporizar con ETA; en efecto, quien está en su sano juicio sabe que Rodríguez Zapatero, si hubiera asistido, no habría sido capaz de mantener con contundencia y claridad que es urgente "acabar con ETA por todos los medios legales y policiales".

Es comprensible que el presidente del Gobierno no estuviera en la T-4, porque no esta dispuesto a negar su "política de diálogo" con los criminales de ETA. Pero no me entra en la cabeza la ausencia de los políticos relevantes del PP. Ni la presidenta de la Comunidad ni el alcalde de Madrid ni, por supuesto, Rajoy tienen disculpa alguna. Además, no se olvide que los terroristas atentaron, sí, contra España pero dejando claro que también atentaban contra uno de los símbolos más importantes del anterior Gobierno: la bellísima Terminal 4 de Barajas, que es conocida internacionalmente como una de las obras civiles más importantes del Gobierno de Aznar.

Lo dicho, el acto fue penoso, porque el Gobierno no quiere rectificar su política de diálogo con ETA, y porque el PP quizá no quiere ser tildado de partido crispante en época electoral. Todos han disimulado sus responsabilidades.

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