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José Vilas Nogueira

La africana "mala" y el inglés "bueno"

La señora Kadhy Koita, una senegalesa, presidenta de la Red Europea de lucha contra la Mutilación Sexual, en concreto contra la ablación del clítoris, mostró su apoyo a la propuesta del PP.

El Partido Popular ha incluido en su programa electoral una propuesta de contrato de integración de los inmigrantes. Esta iniciativa tiene un inequívoco sabor francés. Es proverbial la capacidad de integración de la nación vecina, infrecuente en viejos países. Basta consultar cualquier listín telefónico para comprobarlo. Nombres de las más diversas procedencias se suceden en sus páginas. Sin embargo, últimamente la masiva inmigración de personas originarias de ámbitos geográficos y culturales no europeos ha creado guetos suburbiales de gentes renuentes a la integración, muchas veces dominadas por un sentimiento de odio a la nación adoptiva.

En este aspecto, la situación española no es mejor, si no es todavía peor, pues el nacionalismo español carece de la fuerza del francés. El rasgo que más singulariza al PP respecto de los demás partidos es su compromiso con el nacionalismo español. Identificación que explica los odios africanos que despierta en muchos sectores y, casi sin excepción, entre las élites intelectuales y artísticas. El tribalismo diferencialista no sólo alimenta los "nacionalismos" separatistas, sino que ha sido integrado en la "filosofía" progre. Paradójicamente los defensores del Antiguo Régimen han sido erigidos en "padres fundadores" de la izquierda actual.

No es extraño que Rajoy haya querido emular a Sarkozy con su propuesta de contrato de integración de los inmigrantes. No tiene el de Pontevedra el carisma del de París. Pero no es ésta su mayor desgracia. Tampoco, como ya he dicho, tiene detrás un nacionalismo español equiparable al francés, y sí tiene, en cambio, enfrente una secta progre antipatriota. Pero, ¿y los de fuera que han dicho?

La señora Kadhy Koita, una senegalesa, presidenta de la Red Europea de lucha contra la Mutilación Sexual, en concreto contra la ablación del clítoris, mostró su apoyo a la propuesta del PP. Un lector ingenuo pensaría que esta señora ha de ser "buena". Es negra, combate por la supresión de una práctica cruel, que persigue privar a las mujeres del pleno disfrute del placer sexual, y la libertad y el placer sexuales son objetivos muy queridos por los progres. Pues, no, craso error: esta señora es "mala". ¿Qué sería de la alianza de civilizaciones si estas gentes renunciasen a sus entrañables tradiciones, brujos imanes y demás? ¿Vamos a comprometer tan sagrada empresa por un quítame allá millones de clítoris de "otras civilizaciones"?

El señor Ken Loach es un director inglés especializado en películas de "cine social", esto es, de denuncia de la organización social existente. Siempre ha habido obras artísticas y de pensamiento que han perseguido esta finalidad. Algunas son hermosas y otras no; algunas razonables, y otras no. Pero lo característico de nuestro tiempo es la generalización del mito del buen salvaje. Loach es "bueno"; para él, el contrato de integración propuesto por el PP es hipócrita, es un modo de disciplinar a gente vulnerable. La derecha es mala, "da la bienvenida a los inmigrantes porque son baratos y necesarios". Pero, además, es tonta, "los quiere expulsar porque son extranjeros". Y, con el profundo "rigor" histórico que caracteriza a los progres, observa que, en los años del Imperio británico, los ingleses no aprendieron lenguas africanas ni indias. Claro que, si la culpa fue, primero, del Imperio y, después, de la derecha, no sé cómo, tras tantos años seguidos de gobierno de los laboristas, aun puede encontrar en su país temas para sus películas. Decididamente, Loach es "bueno"; incluso, más "bueno" que Zapatero. Ni "alianza de civilizaciones" ni gaitas; rindámonos a cualquier despotismo más o menos exótico, y a vivir que son dos días (y en tales paraísos, ni eso).

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