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Juan Carlos Girauta

Los dos cuarteles generales del socialismo

Una fuerza poderosa tirará del presidente para que no provoque la alteración del actual Gobierno catalán ni el acortamiento de su legislatura. Otra gran fuerza operará en sentido contrario.

Si existiera algo parecido al sentido común en el cuartel general de los socialistas, fraguarían alianzas dirigidas a obtener una estabilidad que el país está necesitando y la situación económica exigiendo. Alianzas que les alejaran de su anterior dependencia de los grupos radicales. Especialmente cuando estos van a tener que dedicar todas sus energías a reinventarse y a cambiar liderazgos tras el varapalo electoral, con los consiguientes conflictos internos. Algo de eso se está viendo ya chez la Esquerra (o Ca l’Esquerra), donde la única actividad visible consiste en deshojar la margarita Carod-Puigcercós.

Pero el sentido común va a tener que sortear ciertas restricciones. En primer lugar, no hay un cuartel general socialista sino dos. El segundo está en la calle Nicaragua de Barcelona, con capitanes ascendidos a generales que son muy consientes del valor de su aportación al triunfo del 9 de marzo. Se la cobrarán, ya lo han dejado claro, tanto en una mayor presencia de ministros propios como en otras cuestiones, entre las que destaca su intención de hacer presidente del Congreso a Duran i Lleida, (es decir, de negarle el cargo a su compañero José Bono), ambición sólo frustrada por la negativa del propio implicado, que prefiere reservarse para hacer política de verdad.

Habrá más exigencias y el PSC tiene suficiente ascendiente sobre la Moncloa para imponerlas. El problema es que los planes de Montilla pasan por mantener el tripartito, y lo que le conviene a Zapatero es un pacto estable con CiU, que le reportaría (siempre y cuando se cumpla aquella premisa del sentido común) una moderación de sus políticas más invasivas sobre la sociedad. Cierto es que habrá que excluir aquí las referidas a esa idea de España, compartida por CiU y ERC, según la cual... España no existe, o existe pero conviene seguir extirpándola sentimental y operativamente de Cataluña. Ese asunto no tiene arreglo salgo que Zapatero nos sorprenda reeditando la personalidad "Sagasta" que exhibió allá por el 2000.

El cuadro de intereses en juego es complejo. Una fuerza poderosa tirará del presidente para que no provoque la alteración del actual Gobierno catalán ni el acortamiento de su legislatura. Otra gran fuerza operará en sentido contrario. Mas ya no pondrá como precio de su apoyo al PSOE la entrega de la Generalidad; pensaba hacerlo, como lo prueban las recientes declaraciones de Pere Macias, que preveía nuevo govern en dos meses; pero parecen haber renunciado. Lo que sí exigirá CiU es la convocatoria de elecciones anticipadas en Cataluña. Y cuanto antes. A Zapatero le conviene esta solución, pero Montilla y Chacón no quieren ni oír hablar de ella. Pronto sabremos cuál de los dos cuarteles generales socialistas manda y, con ello, si cabe alguna moderación en el zapaterismo.

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