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Tibor R. Machan

Liderazgo político y libertades

En pocas palabras, los hombres y mujeres libres no necesitan líderes políticos.

Los candidatos de ambos partidos, demócrata y republicano, tanto a la presidencia como a la vicepresidencia, hablan mucho de liderazgo, como si la razón de ser de los partidos políticos en una sociedad libre fuese dirigir a la ciudadanía. ¿Dirigirlos a dónde? ¿Con qué propósito? Eso no se menciona. El liderazgo supuestamente conlleva su propia justificación y se le supone la cualidad de ser un atributo deseable para quienes aspiran gobernar. Pero eso es un error, fruto de no entender correctamente el papel que juega un presidente en una sociedad genuinamente libre.

El término líder significa "Führer" en alemán y así era como Hitler quería que todos los alemanes lo llamaran. Sí, en los antiguos regímenes se suponía que los jefes políticos eran líderes porque se asumía que los países avanzaban hacia alguna meta determinada, como si los países fueran un equipo deportivo, una empresa o un club. Claro que los Boys Scouts, la General Motors y el equipo olímpico de natación requieren líderes. Esas son entidades con un propósito determinado que sus miembros quieren alcanzar, razón por la cual necesitan líderes, capitanes o guías. Y cuando un Gobierno se concibe de la misma forma, requiere de un líder que sepa hacia dónde debe encaminar a la ciudadanía. Pero las sociedades libres son diferentes. John Locke y los próceres fundadores de Estados Unidos sabían que la función del Estado no es dirigir a la ciudadanía.

Las personas tienen sus propias ambiciones y metas. Lo que necesitan del Estado es ser protegidos de ladrones, criminales e invasores, quienes interferirían o impedirían que ellos logren sus aspiraciones. Como bien lo describe la Declaración de Independencia, los gobiernos tienen el propósito de asegurarnos nuestros derechos. Eso no implica conducir a la ciudadanía a ninguna parte, ni siquiera hacia la prosperidad económica o al avance cultural, científico o artístico. Corresponde a los ciudadanos decidir lo que quieren hacer con sus vidas, mientras que el Estado es el policía que los resguarda para asegurar que nadie interfiera con sus propósitos.

Lo realmente innovador en la creación de Estados Unidos es que el Gobierno quedó rebajado del papel de líder de la sociedad al de su protector, un grupo profesional encargado de que haya paz en la nación, lo cual permite a cada ciudadano dedicarse a alcanzar sus propias metas. En pocas palabras, los hombres y mujeres libres no necesitan líderes políticos.

Es triste que los candidatos en estas elecciones no parezcan comprender su limitado papel de proteger nuestros derechos.

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