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Juan Carlos Girauta

Una respuesta corporativista

Aunque esta revuelta judicial contra el Gobierno le venga bien a la oposición, sería un error premiar el corporativismo y olvidar el origen de todo el problema: Mari Luz Cortés fue asesinada porque un condenado por sentencia firme estaba en libertad.

La huelga de secretarios judiciales y la huelga encubierta de jueces que la acompaña no guardan relación alguna con su presunto objetivo: denunciar la falta de medios a la que, efectivamente, se ven sometidos la práctica mayoría de juzgados de España. Si ese fuera el caso, la huelga podría haber llegado hace un año, hace dos, hace cinco, hace diez, hace veinte. La historia judicial española en democracia es la historia de una crónica falta de medios. Tener al tercer poder en los huesos, torpe y lento (y en caso de instrucciones complejas, directamente inoperante) es la manera más rápida que han encontrado los Ejecutivos de todos los colores para sustraerse a las consecuencias indeseadas de la división de poderes. Cada poder tiende a ser el poder. Lo mismo le sucede al judicial en su única expresión no raquítica, que es la Audiencia Nacional.

Pero incluso los jueces de la Audiencia Nacional aprovechan la coyuntura para protestar por la "abrumadora carga de trabajo". Teniendo en cuenta que uno de los firmantes del escrito donde se contiene tal protesta es Baltasar Garzón, quizá sería oportuno recomendarle algún libro sobre organización del trabajo, como Los siete hábitos de la gente altamente efectiva; tercer hábito: establezca primero lo primero. Si los sumarios desbordan los anaqueles, no te empeñes en juzgar a un muerto, aunque se llame Francisco Franco.

La huelga de secretarios judiciales y la huelga encubierta de jueces es una respuesta corporativa a un clamor popular ante la levedad de la sanción impuesta al responsable de que el asesino de la niña Mari Luz Cortés estuviera en libertad, el juez Tirado, multado con 1.500 euros. Por cierto, sepa esa piña de secretarios judiciales y jueces que hoy se abrazan en solidario gesto que fue precisamente el juez Tirado quien despejó el balón de su responsabilidad hacia una funcionaria de su juzgado que había estado cinco meses de baja sin sustitución.

Aunque esta revuelta del tercer poder contra el Gobierno Zapatero le venga bien a la oposición, sería un error premiar el corporativismo y olvidar el origen de todo el problema: Mari Luz Cortés fue asesinada porque un condenado por sentencia firme estaba en libertad. El padre de la víctima, dotado de extraordinaria bondad y lucidez, ha dicho: "La Justicia ha de estar para el beneficio de la ciudadanía y no para que se manifiesten cuando se le imponga una sanción a un compañero que, como en este caso, es justificada y justa". Amén.

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