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Fundación Heritage

Rusia y China, a por Latinoamérica

Tanto China como Rusia están buscando amigos en cualquier parte del mundo para así contrarrestar el poder americano en la región o en organizaciones internacionales en las que rige el principio de "un país, un voto".

La llegada del presidente ruso Dimitri Medvedev en una visita de dos días a Venezuela para reunirse con Hugo Chávez es un crudo aviso de que los problemas potenciales no siempre están en el "más allá".

Los claros acercamientos políticos, económicos y de seguridad por parte de Rusia –y también de China– hacia el hemisferio occidental significan que tendremos que vigilar más de cerca nuestro propio territorio durante los próximos años. 

Primero, Rusia. La visita de Medvedev a Venezuela es apenas una de las varias que están programadas a países como Brasil y Cuba, aprovechando la asistencia del ruso al Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) en Perú el pasado fin de semana.

La excursión latinoamericana tiene la clara intención de proyectar la imagen de Rusia como poder mundial y no solamente regional. (Moscú está compitiendo con Pekín, Washington y Bruselas por ejercer influencia también en lugares como África).

También envía una señal clarísima a Washington –y al presidente electo Obama– de que Moscú no piensa aguantar que las actividades de Estados Unidos en las ex repúblicas soviéticas sean un incordio para Rusia, por lo que no dejará pasar la oportunidad de importunarnos en nuestro propio hemisferio.

Tras percatarse de que la seguridad nacional en la Casa Blanca se parece a una cena de Navidad, al Kremlin no le importa ir añadiendo de vez en cuando a la comida algún plato de los que provocan indigestión.

No debería sorprender, por tanto, que la visita de Medvedev coincida con la llegada de una flota rusa para ejercer la diplomacia cañonera en aguas del Caribe. En parte, Rusia quiere pagar con la misma moneda a Estados Unidos (sus barcos de guerra navegaron en el Mar Negro durante la crisis de Georgia).

Al venderle al Palacio de Miraflores 4.000 millones de dólares en armas avanzadas y al ofrecerse para construir centrales nucleares, el Kremlin está forzando a que pasen a un segundo plano asuntos como la extensión de la defensa antimisiles americana hacia Europa con el objetivo de contrarrestar la amenaza nuclear iraní.

Moscú también sigue buscando su hegemonía energética global e intenta captar a los países productores del continente americano y de otras zonas del mundo para que se adhieran a su cártel de gas natural, algo muy parecido a la OPEP.

¿Y qué se puede decir sobre China?

El presidente chino Hu Jintao dejó la región el domingo, no sin antes sellar sus visitas a Costa Rica, Cuba y Perú con acuerdos de libre comercio y otro más en proyecto como evidencia de la influencia cada vez mayor de China en la región.

La comitiva de Hu en el foro de APEC sumaba a más de 600 empresarios y funcionarios que incluían a 12 ministros de Gobierno como prueba destacada de la prioridad que supone Latinoamérica para la política china.

La atención que presta China a esta región se debe sobre todo al campo económico, debido a los 100.000 millones de dólares que cada año afluyen en forma de energía y recursos naturales a las abarrotadas fábricas chinas, que todavía siguen produciendo a todo tren a pesar de la ralentización económica mundial.

Pero no hablamos sólo de economía.

Teniendo en cuenta la presencia y las actividades de Estados Unidos en Asia, especialmente el apoyo americano a Taiwán –su rival del estrecho–, Pekín no ve con malos ojos irritar a Washington implicándose en su ámbito de influencia tradicional.

Hu estuvo encantado con su visita a Costa Rica ya que China acaba de hacer que San José cambie diplomáticamente a Taipei por Pekín usando 300 millones de dólares en créditos secretos a bajos tipos de interés. 

En asuntos de seguridad, China tiene un poste de escuchas en Cuba que apunta a Estados Unidos y está comenzando a posicionar sus sistemas de armas avanzadas en Latinoamérica.

Tanto China como Rusia están buscando amigos en cualquier parte del mundo –especialmente aquellos que se puedan sentir resentidos con Estados Unidos– para así contrarrestar el poder americano en la región o en organizaciones internacionales en las que rige el principio de "un país, un voto".

En cuanto a los latinoamericanos, a ellos no les importa tener a chinos y rusos compitiendo por su afecto. El cortejo puede propiciar acuerdos comerciales favorables, ayudas, préstamos a muy bajos intereses y apoyo político.

Sus vínculos sin condiciones minan los esfuerzos de Washington para fomentar el libre mercado, los derechos humanos y la democracia en la región, temas no prioritarios para Moscú o Pekín.

La ortodoxia dice que la influencia de Estados Unidos está disminuyendo en ese hemisferio. Si eso fuera cierto, no serían buenas noticias. Puesto que la geografía es clave, mantener –o recuperar– la influencia en la región será un objetivo básico para el próximo presidente de Estados Unidos. Que China y Rusia se entrometan, no ayudará a la causa.

©2008 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

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