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La ele prohibida de La Coruña

El caso de La Coruña ejemplifica como pocos que los auténticos responsables de los excesos de la "normalización" no han de buscarse entre los nacionalistas de nombre, sino en los dos grandes partidos que, por puro hábito, aún llamamos nacionales.

Pitufito dijo el día 12 de Noviembre de 2009 a las 09:36:

Amadeus desconoces lo que es la democracia, nunca una mayoría puede negar un derecho a una minoría, en este caso nunca los políticos pueden negar el derecho a la ciudadanía, es una aberración jurídica negar oficialidad a un topónimo en un idioma oficial.
Hablas que no se infrige la ley al poner La Coruña, pero si en un impreso oficial pones La Coruña te pueden obligar a subsanar el error, todo depende del funcionario nacionalista descerebrado que te toque, el mismo que ante Galiza u otra ensoñación nacionalista hace vista gorda y ante un derecho y un hecho histórico, La Coruña se llama La Coruña desde hace más de 500 años, se obceca en su totalitarismo lingüístico, por culpa de los nacionalistas el gallego no se reconoce después de 20 años de reingeniería social y lingüística.
La democracia es algo más que votar cada 4 años.

SrSugran dijo el día 12 de Noviembre de 2009 a las 07:16:

Lo mismo ha pasado en Menorca con la H de Mahón.
Mahón se ha escrito con H intercalada desde el siglo XV por lo menos, pero los catalanistas han logrado extirpar la H en cuestión y ahora la ciudad del levante menorquín es llamada oficialmente Maó. Maó significa "ladrillo" en catalán.

llv dijo el día 12 de Noviembre de 2009 a las 06:46:

Yo, estoy totalmente de acuerdo con el artículo de Cristina Losada.
Y los coruñeses estamos hasta el gorro, de que nos quieran imponer el nombre de nuestra ciudad.
Yo soy de La Coruña, vivo en La Coruña, y quiero a La Coruña.
Y para mi, es y será, siempre La Coruña.
Luis López Vilela

amadeus dijo el día 12 de Noviembre de 2009 a las 01:36:

"Sin embargo, cada vez que pronuncian esa "ele" infringen la ley"

Esto, además de ser un argumento demagógigo, es completamente falso. Ningún ciudadano infringe la ley por utilizar "La Coruña". Afirmar lo contrario es indigno de alguien que pretenda debatir con un mínimo de seriedad este problema. Como usted sabe, o debería saber, la toponimia oficial afecta y obliga solamente a LOS DOCUMENTOS DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA. Ninguna empresa privada y ningún individuo está obligado por ninguna ley a utilizar la toponimia oficial.

Yo puedo escribir Koruña sin que ninguna ley me lo impida.

De hecho, el Deportivo es -OFICIALMENTE- de LA CORUÑA. Y que yo sepa nadie le ha puesto una multa, entre otras cosas, porque NO INCLUMPLE NINGUNA LEY.

Ciñámonos a los datos, señora Losada y seamos honestos. Uno tiene todo el derecho a reclamar lo que quiera, pero no faltando a la verdad de forma flagrante.

Lo cierto es que la toponima oficial vigente es la aprobada por los organos democráticos que representan a los gallegos, que lo hicieron en su día por consenso. Y esa es la regla de la democracia. Podrá estarse o no de acuerdo, todos tenemos derecho a protestar, pero lo democrático es acatar lo que estos órganos deciden, incluso cuando lo hacen de forma contraria a nuestras convicciones.

paserifo dijo el día 12 de Noviembre de 2009 a las 01:14:

Habida cuenta de que los ayuntamientos no suelen representar la opinión de los ayuntados o ayuntamientados por cuestiones de disciplina de partido (firmes, ¡ar!) ¿Por qué no hacemos una encuesta en condiciones a ese cuarto de millón de humanos que son los coruñeses? También deberíamos hacer la encuesta entre una buena porción del resto de los españoles.
¿Por qué la 'derecha' española se empeña en acordar leyes que atacan la libertad y el sentido común y la coherencia en comandita con la 'izquierda' para que luego ésta, una vez ganado el poder, se dedique a aplicarlas cual látigo húnico?

Arra dijo el día 11 de Noviembre de 2009 a las 23:12:

"los excesos de la "normalización" no han de buscarse entre los nacionalistas de nombre, sino en los dos grandes partidos que, por puro hábito, aún llamamos nacionales.


Efectivamente, ahí está la causa de todos nuestros males, o de casi todos

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