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Agapito Maestre

Crisis política: Rajoy frente a Zapatero

Es urgente que el líder de la oposición haga política con mayúscula. O sea, consiga ilusionar a los ciudadanos. Ofrézcales una "esperanza" en esta fatalidad que es hoy España.

Rajoy cree que será decisiva la comparecencia de Zapatero en el Congreso de los Diputados para explicar la crisis. Tan importante es para Rajoy esta intervención que él concentrará todos sus esfuerzos, desde hoy hasta el próximo miércoles, sólo y exclusivamente en la preparación de la formulación de preguntas rigurosas al Ejecutivo y, sobre todo, elaborará un plan muy desarrollado de qué hacer con este Estado en una nación troceada por 17 "pequeños Estados" y sometida a una graves crisis económica, política y moral.

Esperemos que Rajoy, en efecto, consiga ofrecer una idea clara y distinta de cómo España puede retornar al equilibrio presupuestario a través de un cambio constitucional. Este asunto es fundamental. Pues que, independientemente de las perspectivas utilizadas para analizar la crisis de España, nadie negará que no existe nación democrática en el mundo que pueda soportar los gastos, cada vez más suntuarios y arbitrarios, de 17 "Estaditos".

Pero más acá de este problema, sin duda alguna, una clave del futuro democrático de España, es menester que Rajoy nos explique, definitivamente, ese plan, tantas veces anunciado pero nunca explicitado, que pudiera ilusionar a los ciudadanos frente al descrédito y las mentiras de Zapatero. Es necesario que Rajoy lo haga bien, muy bien, porque también al jefe de la oposición se le está acabando el posible crédito político que tuviera sobre Zapatero. En efecto, hasta ahora, la oposición de Rajoy ha sido cicatera y limitada a la hora de ofrecer alternativas; su táctica de espera paciente hasta que el otro, definitivamente se arruine, ha terminado por cerrarle vías y caminos que habían sugerido sus propios correligionarios.

Si Rajoy el próximo miércoles no hace anuncios de alcance sobre cuestiones decisivas para la sociedad, por ejemplo, edad de jubilaciones, pensiones, elecciones anticipadas, moción de censura, etcétera, corre el peligro no sólo de quedarse rezagado en las iniciativas económicas, sino de quedarse fuera de juego del tablero político. Así es de dura, señor Rajoy, la vida política. Las palabras que usted ha utilizado para explicar la salida de Pizarro del PP también son validas para analizar su comportamiento. Es urgente que el líder de la oposición haga política con mayúscula. O sea, consiga ilusionar a los ciudadanos. Ofrézcales una "esperanza" en esta fatalidad que es hoy España.

Haga Política, señor Rajoy, es decir, no se deje tentar por los cantos mediáticos de sus seguidores que ya lo ven instalado en La Moncloa, porque confunden sus deseos con la realidad y, sobre todo, creen que es suficiente con esperar la autodestrucción de Zapatero. Por el contrario, el jefe del Ejecutivo está lejos de esa estulticia política que algunos le atribuyen. Puede que pierda las elecciones, sí, pero quien hable de autodestrucción de Zapatero, es que no entiende nada de política. De momento, en sus horas más bajas en cuanto a descrédito político se refiere, Zapatero ha conseguido, por un lado, un pacto de hierro con la patronal y los sindicatos. ¿Qué cosa ha conseguido Rajoy para contrarrestar ese envite? No lo sé. Rajoy tiene difícil tomar la iniciativa política. Por un lado, el PP tendrá que decir algo sobre ese pacto entre patronal, sindicatos y Gobierno. Y, por otro lado, Rajoy ha hablado con su posible socio, CiU, en un futuro Gobierno, pero antes que ponerlo de su lado, ha sido inquirido para que acuda a la firma de un pacto de Estado con el Gobierno y resto de fuerzas políticas.

¡Cuidado, señor Rajoy, con echar las campanas al vuelo antes de tiempo! Prepare bien su discurso del miércoles, porque puede quedarse sin iniciativa política y, lo que es peor, sin espacio donde desarrollar sus estrategias. Tiene, además, otro problema añadido el señor Rajoy. Es una cuestión que le haría perder más crédito que los anteriores. No es un asunto que venga de fuera sino del propio seno de su partido. Tiene que ver con las luchas internas entre dirigentes en algunas comunidades que son decisivas para ganar en España. ¿Se imaginan qué pasaría si algún líder autonómico, insisto, determinante para ganar las elecciones nacionales decide a su debido tiempo, es decir, cuando más le convenga la venganza, no presentarse a las autonómicas? ¡Ay, Rajoy, qué dura es la política!

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