Se puede decir más alto pero no más claro, Sr. De Diego.
La LVG es una norma notoriamente anticonstitucional y antidemocrática, puro fascioestalinismo, para que nos entendamos, directamente pergeñada a fin de condenar inocentes.
Está claro que para las mentalidades totalitarias que concibieron tan injusta e inquisitorial fechoría los derechos individuales no cuentan. Se trata del ciego y salvaje utilitarismo que no vacila en sacrificar involuntarios inocentes ajenos –siempre son otros, claro- en el ara de las políticas sociales o nacionales ¿No es una buena definición de socialismo o fascismo? Puro crimen de Estado sublimado y acicalado con retóricas grandilocuentes.
Criminal utilitarismo autorrefutado tanto empírica como teóricamente. Porque, lejos de resolver ningún problema, genera una espiral de injusticia y violencia realimentada y una inseguridad generalizada que nada tienen de útil.
Sin embargo, como bien usted insinúa, el sociofascismo es hipócrita y cobarde. Si tan convencidos están de la bondad de sus medios ¿por qué los encubren? ¿Por qué no promueven abiertas modificaciones legales en el sentido que usted propone? ¿Por qué se avergüenzan de sus ideas y tratan de engañarnos a todos?
La respuesta es diáfana: el sociofascismo, el socialismo, es un inmenso fraude que no se creen ni ellos, y las veleidades de planificadas transformaciones sociales, señuelos para justificar su omnímodo poder.
El socialismo, las políticas colectivistas basadas en el involuntario sacrificio del individuo, ofende la inteligencia y el más elemental sentido común. Por eso necesitan encubrir a toda costa unos medios que condenan cualquier fin; porque hasta la intuición del más idiota los rechazaría si le descubren el horripilante rostro que se oculta tras la máscara.
Creo que la afirmación del Sr. Delegado del Gobierno de que "nunca hay que cuestionar a la mujer", es una estupidez propia del Gobierno al que tan dignamente representa. Digo esto porque si el mencionado sujeto no fuese un botarate, no sería un adecuado representante de su representado -ya decía mi abuelo que visto el chozo no hace falta ver el habar-.
Pero yendo al grano y dejando al lado afirmaciones más o menos chuscas como las del interfecto, se queja D. Diego, magistrado y no se cuantos cargos más de nuestro infecto Sistema Judicial, de que se ha aprovechado el desgraciado suceso para desacreditar los pilares básicos de nuestro sistema Penal. Pero me gustaría puntualizar que a su vez, su Señoría está aprovechando los trenes baratos para defender a una institución que en su conjunto y por culpa de todos -no solo de Señorías progresistas-, hace ya tiempo que pasó el umbral de lo defendible. Que de señora ciega hace tiempo que pasó a puta barata y que de tanto mancharse con el polvo del camino, de inmaculada virginidad ha devenido en una piltrafa con andrajos.
Creo que convendría recordar al autor, que como el resto de colegas viven en la torre de marfil a la que no llega el clamor mundano y solo el ingreso regular de la nómina correspondiente, que muchísimos de los ciudadanos que no saben tanto de Justiniano ni de las perfectísimas raíces clásicas de nuestro Derecho, están dolorosamente hartos de este sistema infecto en que sus señorías han convertido la Justicia y de que todas esas preciosas teorías se queden en nada cuando se trata de enjuiciar a la casta de los intocables de siempre -nada nuevo bajo el Sol ni bajo tanta palabrería vana-.
Creo que no hablo solo por mí si digo que no estamos por que hubiera que advertir al acusado de un caso de violencia de género "¡Que pase el condenado!", pero tampoco que cuando se trata de un político del gobierno o de un colega haya que decir "¡Que pase el inocente!".
No soy ningún experto en derecho y me precio de serlo, pero ambas posturas me parecen nauseabundas y si me apuran, la segunda más que la primera, porque estoy hasta los mismísimos -con perdón- de presunciones de inocencia.