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Pedro Fernández Barbadillo

Néstor Kirchner, el hombre que pudo reinar

Las encuestas señalaban que Néstor podía volver a ganar a los principales candidatos de la oposición, Mauricio Macri y Julio Cobos, pero al final el Destino nos ha recordado que los planes de los hombres son pajas al viento.

Si en vez de morir Néstor Kirchner hubiese sido su esposa, Cristina Fernández, Argentina hubiese entrado en una crisis política casi sin precedentes desde la muerte del general Perón: habría sido elevado a la presidencia el vicepresidente, Julio Cobos, adversario ahora del matrimonio presidencial y con el que éste no se hablaba después de haberle propuesto para el cargo. Por fin, habría dejado de haber un Kirchner en la residencia oficial del presidente desde 2003. Como el fallecido es Néstor y no Cristina, la mudanza quizás se retrase hasta finales de 2011, cuando habrá elecciones presidenciales.

Los peronistas, movimiento al que pertenecen los Kirchner, tienen hábitos no sólo despóticos, sino también monárquicos. Su fundador, Juan Domingo Perón, llevó a dos de sus esposas, Eva Duarte e Isabel Martínez, como vicepresidentas las tres veces que fue electo. El 1 de julio de 1974, murió Perón y le sucedió Isabel Martínez que, en medio del terrorismo de izquierdas y de derechas (el último año completo de su mandato se registraron al menos 1.100 muertos), fue depuesta por los militares en marzo de 1976. En Argentina, la Constitución vigente de 1853 prohibía la reelección de quien hubiera sido presidente, pero Perón, en su primer mandato (1946-1952) la reformó de manera que permitiera la reelección indefinida. A los tres años de ganar un nuevo mandato, fue derrocado por un golpe militar. En 1994 entró en vigor una nueva Constitución que permite la reelección consecutiva por un solo mandato más: ocho años en total. Néstor y Cristina han tratado de evitar esa condición mediante el turno en el desempeño de la jefatura del Estado: entre 2003 y 2007 gobernó él, entre 2007 y 2011 le tocó a ella y parecía que la púrpura iba a volver a él. La oposición les caricaturizó como a los Reyes Católicos.

Néstor Kirchner estaba preparando su campaña para la reelección. No sólo era senador, sino que en los últimos meses se había hecho reelegir presidente del Partido Justicialista a los pocos meses de haber renunciado después de la derrota en las elecciones parlamentarias de junio de 2009 y, con el apoyo de Hugo Chávez y los satélites de éste, había sido designado secretario general de la UNASUR.

El kirchnerismo puede haber muerto, aunque su cadáver permanezca insepulto hasta finales de 2011. El poder en Argentina estaba no en el despacho presidencial ni en el Parlamento ni en el Consejo de Ministros, sino en el dormitorio presidencial. Néstor y Cristina, juntos, podían cambiar las decisiones aprobadas por la mañana. Sin su consejero Cristina, que es más inepta y demagoga que Néstor, y que además padece enfermedades mentales, quizás pueda sentirse tan hundida que dimita.

A lo largo de estos años, Néstor y Cristina se han enfrentado a medio país: el vicepresidente, la judicatura, los grupos de comunicación Clarín y La Nación, la Sociedad Rural, las víctimas del terrorismo de izquierdas, los inversores nacionales e internacionales, los autónomos (cuentapropistas), los titulares de planes de pensiones privados, los ciudadanos pacíficos... Sus aliados eran los ex montoneros, los piqueteros, las Madres de la Plaza de Mayo de Bonafini, los miembros de las barras de fútbol, los pobres subvencionados, los funcionarios... El Frente para la Victoria que armaron los Kirchner estaba enfrentado también a un sector considerable del peronismo. Pero la mejora de la economía había encubierto el ascenso de la delincuencia, la crispación social y la crisis energética. La alta demanda por parte de Asia de los pocos productos que exporta argentina (la soja, la carne, el trigo) ha traído cierta bonanza a la sociedad arruinada por el corralito, a pesar incluso del caótico sistema fiscal introducido por los Kirchner. Las encuestas señalaban que Néstor podía volver a ganar a los principales candidatos de la oposición, Mauricio Macri y Julio Cobos, pero al final el Destino nos ha recordado que los planes de los hombres son pajas al viento.

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