Me choca ver un llamativo banner del Ministerio de Kultura en LD (y aprovecho para decir que es bastante ridículo el anuncio de marras, con un personaje que parece una borrachuza con un botellín de cerveza).
Todo el sistema tiene un denominador común. CORRUPCIÓN. La corrupción es el único "pacto de estado" establecido entre los depredadores del poder, —que desde luego no es el pueblo, como nos quieren hacer creer—, los partidos se reparten la tarta y en este reparto se enriquecen los más sinvergüenzas y los más listos. Recuerdo con nostalgia la consigna franquista de "por el bien de España y al servicio de los españoles", ningún partido tiene como consigna "el bien de España" y muchos menos "al servicio de los españoles", los partidos únicamente tienen como consigna fundamental en "bien del partido" y los españoles: "ya están callados pues les hemos convertido en una masa heterogénea de individuos sin ética ni patriotismo, sin bandera ni patria, sin principios y sin valores..." Han requerido para esto treinta años pero lo han conseguido...
Del jefe y del mulo, cuanto más lejos, más seguro. Que valga eso, sin que se me tache de anarquista, a cuenta de las ventajas de la cercanía de la administración al administrado -tópico del que, al respecto, acaba de echar mano nuestro insigne Zapatero-. En relación con la misma ventaja, el editorial se ha referido a los municipios. Vale, y podríamos añadir que las autonomías que mejor podrían funcionar deberían ser las de la Rioja, Murcia, etc.; así que, empecemos a hacer ocho autonomías en Andalucía, siete en Cataluña ( una por cada veguería), etc. Algo así, aunque más extremado, surgió de la república federal de Pi i Margall.
Alguna sorpresa me ha dado el editorial cuando optativamente le da ciertas alas a un modelo federalista, en el que la corresponsabilidad fiscal se extendiera a la fase recaudatoria. Tengo que repensar, alternativamente a mis prejuicios actuales, si, así, mejorarían la solidaridad, la cohesión, la afección y la prosperidad entre los españoles. Muy bien, me parece, el comentario de Sustine; sin embargo, tengo entre temor y esperanza de que la solución no nos venga de fuera sino de dentro. Claros ejemplos tenemos en nuestra historia reciente.
La solución nos la tendrán que imponer desde fuera.
Las palabras de Aznar fueron muy certeras, pero Rajoy no quiere ni oír hablar de eso. todo lo más hablan las autonomías de los populares de administrar mejor o contener el gasto, pero jamás de disolverse y no administrar.Son muchos sillones de poder y agujeros que los políticos tienen para colocarse. intentaron convencernos hace 35 años de la necesidad democrática de tener autonomías, y hace tiempo que quedó claro que todos los politícos quieren poder ser ser cabeza de ratón en algún momento y poder ir y venir entre lo municipal,autonómico y estatal.
El problema no solo es el gasto administrativo de la pluralidad de administraciones sobre cosas que podrían hacer una sola, el problema es la competición malsana y envidiosa de todos querer tener de todo, para no ser menos que los demás, véase los aeropuertos innecesarios y nuestro estupendo y vergonzoso record europeo alta velocidad, que es como si el hermano arruinado alardea de tener el mejor coche,¡¡claro por eso te has arruinado,necio!!. Competición que desbarata la igualdad entre los españoles cuando vemos que en unos territorios las desgravaciones, subsidios o impuestos son distintos.
Pero no, ningún partido del arco parlamentario va a hacer nada que acabe con sus multiples centros de poder, porque aunque en un territorio no gobiernen hoy, pueden gobernar mañana, antes creíamos que la culpa era solo de los nacionalistas, pero tal vez sean peores los partidos nacionales que van de españoles y estan colaborando bajo la roja y Gualda a desmembrar de facto la nación, los otros lo tienen más claro, quieren independizarse y son consecuentes.
Sí -como concluye el editorial- es que los dos grandes partidos temen a los nacionalistas quizá fuese oportuna una nueva ley electoral que soslaye el que minorías tengan secuestrada la soberanía popular pro domo sua. Pero... supongo que será el mismo problema: ¿quién le pone el cascabel al gato? ¿o es que es un tigre? Tal parece que el tigre nos hace derivar al experimento del federalismo. ¿Con gaseosa mejor? Pero ¿Quién, cómo y cuándo pone el techo definitivo a las Autonomías, especialmente a aquellas que siempre quieren "algo más que señale el hecho dierencial"?