Los jueces españoles, cuando tienen que darle al magín, tienden a comportarse como si España fuera una dictadura en la que el soberano es el Dictador y los españoles unos simples esclavos a quienes graciosamente les son concedidos ciertos privilegios, que no son irrevocables y permanecen siempre que el Dictador no diga otra cosa, y siempre que paguen su correspondiente cuota por vivir en tan maravilloso país. Lógicamente, si los jueces pensaran así, concluirían rápidamente que les conviene agradar al soberano lo máximo posible.
Erbilyos:
Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar;
al torpe hace discreto, hombre de respetar;
hace correr al cojo, al mudo le hace hablar;
el que no tiene manos, bien lo quiere tomar.
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(Juan Ruiz, El Arcipreste de Hita)
En Internet se insulta a troche y moche. A veces los insultos son merecidos, otras veces son inmerecidos además de atroces; pero, por lo visto, solo es delito si el destinatario de las ofensas es la SGAE. ¿A qué viene ese trato de favor? También la SGAE, siendo organización privada, ha sido favorecida con el privilegio de cobrar tributos (el famoso canon digital).
Con tanto privilegio y trato de favor, parece que estemos en la época del Antiguo Régimen. Políticos por un lado, jueces por otro, parece que favorecen esos privilegios, propios de una sociedad premoderna y preliberal.
Si un político prometiera acabar con los privilegios y trato de favor que recibe la SGAE, ganaría muchos apoyos, y además tendría la razón de su parte. Es más popular ir contra la SGAE que estar de su lado ¿Por qué nadie lo hace? ¿Qué extraño poder tiene la SGAE? No me lo explico.

Habrá que volver a entre la rosa y el clavel su majestad escoja. No hay problema, tenemos ingenio de sobra; ¿se han olvidado los jueces que somos españoles? ¡A torear!