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Guillermo Dupuy

El PSC o la imposible recuperación del PSOE

Lo preocupante no es la orfandad del PSC, sino que no sea aprovechada por el PSOE para extirpar de una vez ese miembro contaminado por el nacionalismo.

La descomposición que está sufriendo el PSOE no se debe tanto a una orfandad de liderazgo, que no deja de ser un síntoma, como a una crisis de proyecto que le imposibilita ser percibido como una alternativa de gobierno firmemente comprometida con la nación española y con su Estado de Derecho. Esta anomalía, que no se da en la izquierda de ningún otro país europeo, es el verdadero cáncer del socialismo español, y mientras no se subsane no habrá política socialdemócrata en España que no sea la que ponga en práctica el Partido Popular, lo que constituye, dicho sea de paso, una anomalía si cabe todavía más preocupante.

De hecho, es esta crisis del PSOE como partido español lo que puede permitir al PP, pese a la lenta y frágil recuperación económica a la que nos condena la estafa ideológica del gobierno de Rajoy, volver a ganar holgadamente las próximas elecciones generales, frente a una izquierda fragmentada que busca inútilmente volver a ser alternativa de gobierno compitiendo en radicalismo con los antisistema.

Por ello, de todas las vacuas cursilerías que he oído últimamente a los representantes socialistas, la que menos me ha molestado es la que ha proclamado Pedro Sánchez al mostrarse partidario de un "proyecto vertebrador para toda España" y de "un cambio con corazón y con cabeza" en el PSOE. Ciertamente, si en las palabras de Sánchez hemos de ver el deseo de hacer del PSOE una formación centrada y homologable a otros partidos socialdemócratas europeos, que no juegan a descoyuntar sus respectivas naciones ni a resucitar el marxismo-leninismo, es posible que los socialistas españoles resurgiesen con el tiempo de sus cenizas.

Desde esta perspectiva, no es nada preocupante –todo lo contrario– que no haya nadie en Cataluña que quiera recoger el testigo de Pere Navarro al frente del PSC. Lo preocupante sería que esa orfandad de liderazgo –orfandad seguro que pasajera, pues en política no existe el vacío– no fuera aprovechada por el PSOE para extirpar de una vez ese miembro contaminado por el nacionalismo.

Erradicar o competir electoralmente con el PSC tal vez no sea suficiente, pero sí es condición necesaria para que el PSOE se regenere como partido nacional. El problema de los socialistas, especialmente en Cataluña, no es su crisis de liderazgo, sino la existencia misma del PSC. Ningún aspirante a suceder a Rubalcaba puede vertebrar España, ni con corazón ni con cabeza, si en Cataluña delega en una formación que sólo parece tener corazón y cabeza para el llamado proceso de transición nacional de dicha comunidad autónoma.

Lo dicho. El drama de los socialistas no es que estén descabezados, sino que haya en sus filas tanto descerebrado como para pensar que su salvación radica en competir en nacionalismo y en socialismo con Esquerra Republicana o con el Podemos de Pablo Iglesias.

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