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Enrique Navarro

Kogalymavia Flight 9268: nuevo ataque terrorista

En la lucha contra el terrorismo todos estamos expuestos. No somos invulnerables ni nunca lo seremos por mucho que blindemos nuestras vidas.

En la lucha contra el terrorismo todos estamos expuestos. No somos invulnerables ni nunca lo seremos por mucho que blindemos nuestras vidas.

En los últimos dos años la aviación civil acumula demasiados misterios, o mejor digamos, eventos que no ha sido suficientemente explicados. Los dos aviones de Malasian Airlines; el del Air Algerie y otros tantos, la mayoría con explicaciones sólidas pero siempre con las dudas generadas por una situación de constante amenaza que no ha cesado desde septiembre de 2001.

Todavía no sabemos qué ocurrió con el avión de Malasian Airlines MH 370, pero teniendo en cuenta dónde aparecieron los restos después de agotar todo el combustible con el transpondedor apagado para no ser localizado, debemos concluir que se trató de una acción deliberada. Este caso sin resolver no resultaría sospechoso si no se hubiera producido este nuevo caso ocurrido sobre el Sinaí, lo que nos abre interrogantes sobre lo ocurrido en el avión malasio y sobre la posibilidad de que se tratara de una acción terrorista.

En ambos casos, lo que más llama la atención es la ausencia de reivindicación por las organizaciones terroristas. Tradicionalmente a un grupo terrorista que tanto le costaba cometer una acción delictiva lo que mas le interesaba era una reclamación del delito para acrecentar su amenaza y llamar la atención sobre su causa.

Pero si lo pensamos fríamente y de lo que se trata es de aterrorizar a una sociedad, la ausencia de reivindicación y, por tanto, no disponer de causas o motivaciones evidentes, por deleznables que sean nos produce una gran desazón. En esa línea estarían los atentados contra Charlie Hebdó; la maratón de Bostón y quizás éstos que comentaba.

En el caso del Airbus 321 destruido en pleno vuelo al poco de despegar del aeropuerto de Sharm el Sheik, las posibilidades para considerar que se trató de un fallo técnico son tremendamente remotas.

Si no se hubieran dado circunstancias de este caso como el tratarse de un avión ruso dos meses después de iniciarse la ofensiva rusa en Siria; y si no fuera porque el hecho se produce en el Sinaí donde operan desde hace años grupos terroristas en el lugar más salvaje y menos controlado de todo el Medio Oriente, podríamos pensar que se ha tratado de un fallo técnico pero las posibilidades de que sean así resultan más bien escasas.

La circunstancia de que el avión en cuestión tuviera un grave accidente que afectó a su sección de cola en El Cairo en 2001, que fue reparado y homologado por la compañía, y que la pieza en cuestión haya aparecido a una gran distancia de los demás restos del avión, podrían sugerir que se trataría de un caso de fatiga extrema que provocaría la rotura en pleno vuelo de la parte trasera del avión que a esa altura produciría una explosión inmediata sin capacidad de ser detectada por la tripulación.

Sin embargo una fatiga de esta naturaleza habría sido detectada en cualquiera de las grandes revisiones a las que ha sido sometido el avión en los últimos catorce años. Pensar que esto podría ocurrir me pone los pelos de punta, pero la experiencia en el sector aeronáutico me induce a pensar que ésta no es una opción probable. Si el avión ha cumplido todos los boletines y se ha seguido el plan de mantenimiento de la aeronave, algo así no podría ocurrir, porque en ese caso el avión no debería haber volado. En un avión entregado en 1997 con un número de ciclos normal, una circunstancia así es casi imposible.

La opción de que el avión haya sido derribado por una acción externa también es muy remota. Ningún sistema de misiles portátiles alcanzan la altura a la que volaba el avión en el momento de la explosión; sólo sistemas de misiles muy sofisticados podrían hacerlo, pero siendo a esa altura, los sistemas de vigilancia de la zona, satélites y aviones espías habrían registrado el vuelo de un misil que debería haber recorrido al menos unos quince kilómetros para alcanzar su objetivo y acertar a la primera.

La opción de una bomba con un gran explosivo en el interior del avión tampoco es muy creíble. Por una parte los aeropuertos egipcios no son pacatos en cuestión de seguridad, pero obviamente en un territorio tan complejo y conociendo los métodos de extorsión de Al Qaeda o del ISIS, no sería muy complicado introducir un artefacto explosivo en el avión; pero eso significaría una concatenación de fallos de seguridad, que a veces se producen pero; pero bastaría con una persona con acceso al avión y con la connivencia de una persona de control de acceso a la zona de las aeronaves para que algo así pudiera ocurrir. Sin embargo, a mi juicio, un artefacto de gran magnitud hubiera producido una dispersión de los restos muy superior a la producida y de forma uniforme. Es decir apenas habrían quedado grandes trozos y la distribución de los restos sería muy irregular y éste no parece tampoco el caso.

Encontrar un vuelo de ruso partiendo de Sharm el Sheik no es difícil, basta entrar en cualquier navegador de viajes para poder hacer un seguimiento de los vuelos diarios que salen para las capitales rusas. Es decir, el primer paso que es detectar y seguir un objetivo no sería una tarea muy compleja.

En mi opinión un pequeño artefacto, posiblemente casero, colocado en la cola del avión, uno de los lugares mas vulnerables, y que explosione a una altura superior a los treinta mil pies, produciría de forma inmediata por una parte el desgajamiento de la sección de cola del avión como así fue, y produciría una deflagración automática sin capacidad de reacción por parte de la tripulación. Esto nos abre nuevas incógnitas sobre la posibilidad de acceder con pequeños artefactos explosivos caseros que utilizados en determinadas condiciones pueden resultar mortíferos.

Si éste fuera el caso, y todo es una hipótesis de trabajo, pareciera más un trabajo de lobo solitarios, es decir cercano al ISIS, más que Al Qaeda que ya hubiera anunciado a bombo y platillo con todos los detalles su acción. Pero que los lobos solitarios puedan acceder a los aviones en aeropuertos comerciales nos introduce nuevas cuestiones sobre la seguridad en los aeropuertos de zonas bajo la amenaza del terrorismo que requieren de medidas extremas de reforzamiento de seguridad

Razones para que el ISIS actúe contra Rusia no son pocas. La ofensiva en Siria ha sido la más mortífera para el DAESH de todas cuantas las potencias occidentales han realizado desde el comienzo del conflicto. Además unos días antes la aviación iraquí, según la versión oficial, había estado a punto de descabezar totalmente a la organización terrorista y no faltó apoyo de inteligencia para esta acción para la que la aviación iraquí no está suficientemente preparada. Cuando un país se enfrenta al terrorismo queda expuesto a su venganza, y nadie permanece a salvo de esta realidad.

A estas alturas es muy probable que Rusia ya esté planeando como devolver este golpe al ISIS; y sin duda la acción no será proporcionada ni es que tenga que serlo. En una guerra como ésta el único objetivo solo puede ser aniquilar físicamente al adversario. La opinión pública rusa, a diferencia de otras, no va a criticar a Putin por lo ocurrido, sino por su inacción, y el líder ruso entiende perfectamente lo que el pueblo ruso demanda.

Lamentablemente esto nos muestra que en la lucha contra el terrorismo todos estamos expuestos, y que no somos invulnerables ni nunca lo seremos por mucho que blindemos nuestras vidas. Ningún gobierno puede asegurar a sus habitantes contra esta amenaza. Solo prevenir y atacar son las únicas respuestas posibles. Para Egipto tan dañado en los últimos años por la inestabilidad política y los ataques terroristas, este nuevo hecho dañará todavía más su economía, por lo que el presidente egipcio deberá liderar en la región la lucha contra los terroristas especialmente en el Sinaí, por donde los traficantes de armas suministran los cohetes a Hamas y a los grupos terroristas que actúan por toda la región. La acción coordinada de Israel y Egipto ahora es una prioridad para evitar que la amenaza radical se pueda extender al país de los faraones; algo que Occidente no puede permitirse.

En las guerras modernas la victoria total no es posible; de manera que hay que renunciar a unos objetivos para alcanzar a otros. Si la paz y la seguridad en la región y en Occidente pasan por que Assad y Al Sisi se mantengan en el poder, pues bienvenidos sean; pero el caos y la falta de autoridad son mayores amenazas que lo que representan las monarquías árabes y los regímenes autoritarios.

Cuando se trata de nuestra libertad y seguridad, las opciones son muy limitadas. Mientras que no se derrote a los grupos terroristas de forma definitiva, y los países de la región sean capaces de proporcionar seguridad a sus habitantes y controlar las acciones de grupos terroristas que son financiados y apoyados en el interior, siempre estaremos en vilo pendientes de dónde y cómo se producirá el próximo golpe. Ahora que todo el mundo demanda de los gobiernos occidentales tantas acciones, no podemos olvidar que la función principal de un gobierno y que justificó el nacimiento de las monarquías y posteriormente de las repúblicas es proveer seguridad y justicia, lo demás es importante pero accesorio.

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