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Agapito Maestre

Banalización del político

¿Qué dirán las próximas generaciones de Rajoy? ¡Qué más da! Sí sé lo que dirán de Rivera: siguió la estela de Suárez.

La pregunta política, de altura política, que se hacen hoy los españoles es sencilla de plantear: ¿acompañará España a Francia en la guerra contra el terrorismo yihadista? La respuesta más indolente, por decirlo con suavidad, que pudiera esperarse de esa pregunta fue dada por Rajoy: "Con estas cosas hay que tener mucho cuidado". He ahí la quintaesencia de la banalización de la tarea, en principio, más grande que cabe esperar de un hombre que preside, se dice pronto, el Gobierno de su nación. Contrasta la posición de Rajoy con la de Hollande. Mientras que el primero se escabulle, como se escondieron todos los políticos españoles después del 11-M de 2004, el segundo da un paso al frente. Adelante. Es ejemplar para el mundo entero. Francia defiende la patria. Rusia sigue al país de la revolución. De la libertad. EEUU espera, mientras sigue manteniendo relaciones fantásticas con los financieros de los terroristas, pero tendrá que entrar tarde o temprano. El resto calla. Y en España, salvo Albert Rivera, que ha fijado con claridad su posición política contra el terrorismo yihadista, se mira para otro lado, cuando no se hacen cesiones a los criminales.

La ejemplar Francia está en guerra contra el terrorismo. Francia va a por todas. Ha sacado la pistola y persigue a los criminales. Francia regará su suelo con la sangre de los criminales islamistas. Francia va a defender, cueste lo que cueste, el valor fundamental de Occidente: la convivencia. Emocionante es seguir las declaraciones de los políticos franceses. Es como seguir a su pueblo cantando La Marsella a la salida de un estadio de fútbol. Quiero ir con esta gente, sí, porque me hacen sentir orgulloso del género humano. Pueblo y políticos van juntos. Unidos. En esta trágica circunstancia los políticos han sabido engrandecer un oficio, una tarea, una vocación. La política. Son ciento los ejemplos que podemos dar de esa grandeza francesa. Ahí está la alcaldesa de París, la señora Hidalgo, que ha dicho en un bello francés, y lo ha repetido en un simpático español, "la convivencia es un valor". En realidad, es el valor más importante de Francia, de Europa, del mundo libre. Por ese valor se da lo más importante del ser humano: la vida. Francia hace la guerra al terrorismo por la convivencia. Grandioso.

La señora Hidalgo, en las peores circunstancias que quepa imaginar para una ciudad sometida al terror, ha sido capaz de aparecer en la escena pública para en pocas horas improvisar una política nueva, una gran política, para toda Francia, para toda Europa. Se trata de perseguir a los criminales y ganarles, porque "la convivencia es un valor". Esas pocas palabras contienen la política francesa, europea, para el siglo XXI. Si no hacemos la guerra al yihadismo, desaparecerá el fundamento de nuestras creencias e ideas: la convivencia. El resto es filfa, o sea, "con estas cosas [del terrorismo] hay que tener mucho cuidado". Rajoy e Iglesias coinciden en la negación de la política, o sea, la banalización de la tarea política para mantenerse en unos puestos para los que no están preparados. La banalización de su oficio corre paralela a una creciente minusvaloración de sus personalidades morales. Dicho en lenguaje clásico: cuando la cobardía aumenta, desaparece la Política. Ésta o es valiente o no es. Decisiones políticas en España dignas de ese nombre no ha habido muchas desde la muerte de Franco. Coraje tuvo Suárez legalizando el PCE. Fue un político. Después todo decadencia, hasta llegar a Zapatero, que retiró las tropas de Irak, después del mayor asesinato de la historia de España, del que aún no nos hemos recuperado. ¿Qué dirán las próximas generaciones de Rajoy? ¡Qué más da! Sí sé lo que dirán de Rivera: siguió la estela de Suárez.

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