No tengo la menor duda de que si la víctima de la agresión hubiese sido de izquierdas y, sobre todo, si el agresor hubiese sido un simpatizante de la extrema derecha, la adscripción ideológica de este último habría sido profusamente subrayada y utilizada para denunciar el caldo de cultivo favorable a la violencia de la "derecha extrema" y la amenaza que esta supone para el régimen de libertades. Como, evidentemente, no es este el caso, y raramente suel serlo, la izquierda biempensante de nuestro país nos anima a calificar el brutal puñetazo a Rajoy como "un hecho aislado", obra de "un menor perturbado" de la que "no cabe hacer consideraciones políticas".
Poco importa que la inmensa mayoría de las agresiones e incluso de los asesinatos por razones políticas registrados en nuestro país los hayan perpetrado personas de extrema izquierda. La corrección política exige no poner etiquetas políticas a estas barbaridades mientras no las cometan extremistas de derecha.
Culpar a un gobernante de los muertos o los suicidios que pueda ocasionar una guerra o unos desahucios supone una incitación a la violencia siempre y cuando estas acusaciones procedan de los seguidores de Le Pen, pero no cuando proceden de Pablo Iglesias.
A Gabilondo le molesta que se califique al agresor de Rajoy de "extrema izquierda" y que se le relacione con la extrema izquierda de Podemos. Y le molesta por la misma razón por la que no parece importarle en absoluto que un agresor como Andrés Bódalo, condenado a tres años de prisión por partirle la cara al teniente de alcalde socialista de Jódar, Juan Ibarra Marín, sea cabeza de lista de Podemos por Jaén. ¿Qué habría dicho Gabilondo si Rajoy se mostrara orgulloso de llevar en sus listas a un energúmeno de este calibre?
La cuestión es que, para Gabilondo y para tantos como él, la violencia política o es de extrema derecha o no es violencia política. Lo peor es que a esa consigna, a ese fraudulento estado de opinión que Gabilondo pretende imponer so pena de expulsión a la caverna, parece haberse plegado Rajoy, víctima de la agresión, al renunciar a presentar denuncia y al renunciar a hacer consideraciones políticas sobre un hecho tan grave como es la radicalización de la izquierda en España.
Hace años dije que el carácter de Rajoy nos condena a ver traicionados todos los ideales liberal-conservadores que el PP antaño abanderaba. Ese mismo carácter va a absolver a su agresor y a la extrema izquierda de la responsabilidad de haber creado un caldo de cultivo favorable a esa violencia de la que el presidente del Gobierno ha sido víctima.