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Enrique Navarro

Los terroristas nos están ganando la partida

Atacar la patria de Disney es el mayor ataque a occidente desde que Tariq desembarcó en Tarifa.

Atacar la patria de Disney es el mayor ataque a occidente desde que Tariq desembarcó en Tarifa.
Casco de uno de los policías que participó en el rescate del club Pulse | EFE

En enero de 2015 se produjeron los atentados contra Charlie Hebdo en París, y entonces publicaba un artículo contra corriente. "No son lobos solitarios" . Todavía hoy la comunidad de inteligencia y los servicios de seguridad siguen, a pesar de las muchas evidencias, sin tomar las medidas necesarias para acabar con esta nueva modalidad de terrorismo. Los medios son diferentes pero los objetivos y los fundamentos son los mismos.

Si los ataques de 2001 fueron contra las muestras del poder de Estados Unidos: el distrito financiero, el pentágono y el Capitolio; éste de Orlando es contra nuestro modelo de vida. El terrorista ha atacado la ciudad de la libertad y de las ilusiones de niños y mayores. Una nueva urbe nacida del sueño de su creador de darle un hogar a princesas y héroes planetarios. Orlando representa el mundo en el que creemos y queremos vivir.

Pero no es un nuevo ataque ante el que debemos sorprendernos. Desde 2009 se han producido unos diez ataques de fuente islamista radical en los Estados Unidos con muertos y heridos, y se han evitado al menos otros veinte. No digamos lo ocurrido en París, Londres o Bruselas. En 2009 un tiroteo en Fort Hood concluyó con 13 muertos y 33 heridos. En 2013 la maratón de Boston, y a comienzos de año la matanza de San Bernardino perpetrada por un matrimonio islamista con trece muertos y decenas de heridos.

Los fundamentos del ataque de Orlando son los mismos de todos los atentados anteriores: atacan a la civilización occidental por mandato de sus clérigos más exaltados que hacen de la Yihad su único modo de entender el Islam. Atacaron la sala Bataclan donde jóvenes escuchaban rock y bebían alcohol, una sala regentada por dos judíos que vendieron el local por amenazas de radicales islamistas y sin que se hubieran adoptado medidas especiales de seguridad.

Cuando hablamos del ataque al al club Pulse, y lo tildamos de gay damos comienzo ala justificación de la homofobia y de los atentados. Esta etiqueta se puede oír a todas horas entre los medios más conservadores de Estados Unidos, es otro paso en su objetivo de atacar todo aquello que odian, que desprecian. Cada día, la comunidad gay es perseguida y en muchos países donde el extremismo religioso gobierna; su práctica está condenada con la muerte, como el adulterio de la mujer, en definitiva la libertad no existe y está supeditada a una visión religiosa de la vida basada en el odio y la destrucción de todo cuanto se opone a sus creencias. Tenemos a decenas de miles de Torquemadas islamistas velando por la sincera y correcta práctica del Islam, a su manera.

Muchos tratarán de ligar la libre venta de armas en Estados Unidos para explicar este atentado, porque siempre nos sentimos un poco o mucho responsables de los ataques de nuestros enemigos, una especie de sentimiento de culpabilidad que nos invade; pero entonces deberían justificar todos los atentados similares que se han producido en más de cuarenta países en los últimos cuatro años, donde no se venden las armas en supermercados sino en el mercado negro.

El modus operandi es el mismo. El Estado Islámico y sus colaboradores ideológicos cada día envían millones de mensajes por internet a personas que son caldo de cultivo fácil para dejarse conducir por estas visiones extremistas. Hay miles de mezquitas en Occidente en las que continúa el adoctrinamiento ideológico que hace ver como pecaminosas y abominables, conductas como las relaciones homosexuales, la igualdad del hombre y la mujer y todas aquellas victorias que la sociedad occidental ha venido consiguiendo en las últimas décadas. La comunidad islámica en Europa debe acabar con todos estos reductos de intransigencia. Ellos son los responsables de que la práctica del Islam como religión de paz sea la única posible y de perseguir a los clérigos extremos e inhabilitarles y de cerrar las mezquitas de garaje. Es un pequeño precio por haber sido acogidos al mundo de la libertad y del progreso con los brazos abiertos

Una vez más, se detectan grandes agujeros en nuestro sistema de defensa y seguridad. ¿Cómo un guardia de seguridad con permiso de armas; con varias denuncias por mostrarse violento y declaraciones contra la comunidad gay, judíos y favorables al Estado Islámico; investigado dos veces por el FBI puede seguir con su licencia y comprando armas? ¿Cómo no hay una acción inmediata cuando su papá se dedica a colgar vídeos a favor de los talibanes y el hijo ha sido denunciado por malos tratos a su esposa? Estos hechos muestran que en temas de seguridad hay un largo camino por andar. Este es el nuevo terrorista; el que se aprovecha de nuestras debilidades y se mueve entre nosotros, Es el mismo perfil que hemos visto en todos los ataques en Europa.

Muchos gobiernos occidentales plantean esta cuestión como un trade off entre libertad y seguridad. ¿Hasta qué punto debemos sacrificar la libertad de todos ante unos ataques esporádicos que acabarán por ser eliminados en unos pocos años? Esta ha sido la doctrina que Obama ha venido defendiendo todos estos años. Sin embargo esta premisa es falsa; la libertad amenazada no es libertad. Si no hay seguridad, no hay libertad; y hoy estamos más inseguros que hace cuarenta y ocho horas, y cada año estamos peor, y por tanto somos menos libres.

En Orlando, cada día hay medio millón de personas y decenas de miles de niños visitando Disney World o los estudios universal. Hoy Orlando no se asocia a la diversión, base sobre la que ese creó esta ciudad de la nada, sino al terror, y los daños se notarán en los próximos meses. Mientras los ciudadanos no sientan que la amenaza ha dejado de existir tendrán miedo y sin duda este sentimiento produce un gran desasosiego en las familias y en su confianza en el estado. El populismo es la consecuencia de gobiernos moderados que no han resuelto los problemas de la gente. Cada ataque de este tipo mina nuestra libertad y nuestra seguridad. Mientras no haya una respuesta eficaz y contundente, los occidentales no volveremos a sentirnos seguros porque hoy los terroristas aunque no lo creamos, nos están ganando la partida.

No existe un verdadero control sobre las redes; un personaje como éste y como su padre deberían haber sido expulsado de Estados Unidos de forma automática por amenazar la seguridad nacional. Esto no admite grises ni consideraciones. Cualquier persona vinculada a estos grupos no puede tener acceso al mercado de armas. Éstas en Estados Unidos deben servir para defenderse de los criminales, no para armarlos. ¡Vaya derecho a la legítima defensa cuando facilita que cualquier delincuente pueda comprar un fusil automático!

El Estado Islámico a pesar de su escasa estructura, sigue sin ser derrotado, y la lucha contra el EI se mueve en un difícil equilibrio de fuerzas en Irak y en Siria. Mientras no exista una derrota militar contundente del islamismo radical, no estaremos seguros. Esto pasa por el control y el aislamiento de los países en los que se arman, donde se mueven con total libertad e imponen su ley del terror con esclavas sexuales, asesinato de niños que juegan al futbol o son seguidores del Real Madrid y donde lapidan a mujeres y se fusila a los gays. En el siglo XXI hay países donde estas cosas ocurren. ¿Que comprensión o discurso de El Cairo explicaría un acercamiento a ese mundo? No hay religión o idea en el mundo que pueda justificar estas conductas y no podemos comprenderlas porque tengan un origen religioso, no es admisible, ni podemos servirnos de sus medios para hacer política. Pero en esta lucha, las guerras secretas no van a servir a su objetivo que debe ser mostrar la victoria. Si Obama cree que con drones va a acabar con el terrorismo y nos va a devolver la seguridad perdida está muy equivocado.

Hay más de veinte países donde estos terroristas tienen influencia y poder. El primer objetivo sería en tres años eliminar toda la capacidad de todos los grupos terroristas desde el Golfo de Guinea a Indonesia pasando por la costa índica africana y reducir la cooperación con los países que consienten o colaboran de forma activa o pasiva con el islamismo radical. No podemos pasarnos la vida blindando nuestras vidas esperando que el radicalismo se extinga; la Yihad es tan antigua como el Islam y no va a desaparecer por si sola. Sólo queda una opción, eliminarla y para ello hay que estar dispuestos a sacrificios en Occidente. Es un ataque contra la humanidad y contra la civilización que demanda de una respuesta proporcionada a la amenaza, mucha inteligencia y determinación.

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