Nuestros poetas, aunque zánganos y ociosos como todos los de su raza, son también humanos, y como tales, sometidos a todas las servidumbres del género.
Una de ellas es el duro regreso a las tareas cotidianas, una vez concluido el asueto estival.
Hay quien lo lleva con resignación y quien se cisca en lo más barrido. Entre nuestros vates tenemos un ejemplo de cada cosa. ¿Con quién se identifican ustedes?
SIN VACACIONES, NO HAY VUELTA DE VACACIONES
por Fray Josepho
Vacación viene de vago,
y es vicio donde los haya,
sea en el campo, en la playa,
en la ciudad o en un lago.
¿Descansar? Yo no lo hago,
¡ni siquiera en el sofá!
¡No saben qué asco me da
ver gandules, holgazanes,
indolentes y haraganes
como Mesié de Sanfuá!
¿Playa, sol y diversiones?
Tales cosas no contemplo.
Pedro Sánchez, por ejemplo,
por irse de vacaciones,
le dio a Rajoy más opciones
de zurrarle la badana.
Y como a mí la galbana
vacacional me hace daño,
yo trabajo todo el año
siete días por semana.
ES LO QUE TOCA,
por Monsieur de Sans-Foy
Oigo, Patria, tu aflicción,
cuando agosto se termina...
y el currante se encamina,
con fatal resignación,
a cumplir la Maldición.
Maldición de Adán y Eva.
No es ninguna cosa nueva:
trabajar a todas horas
toca el poto a las señoras,
y a los hómines, la breva.
Tú, que, al mínimo transbordo,
te encaramas sobre el burro,
¡qué sabrás lo que es el curro,
con tu culo, que es tan gordo,
fraile ciego, mudo y sordo!
Compadece a tus lectores,
que conocen los horrores
de esta práctica masoca.
En septiembre, es lo que toca...
¡Ya vendrán tiempos mejores!