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Guillermo Dupuy

Lo que tampoco se entiende en vasco ni en gallego

Lo que Sánchez va a conseguir es perder la oportunidad de liderar la oposición al Gobierno más débil de nuestra democracia.

No creo que Pablo Echenique exagere cuando dice que le costó menos entender la mecánica cuántica avanzada que a Pedro Sánchez. Ciertamente, la actitud del todavía secretario general del PSOE no hay dios que la entienda, empezando por una mayoría de sus propios votantes, que prefieren un Gobierno de Rajoy a la convocatoria de unas terceras elecciones generales. Tampoco lo entienden los que prefieren volver a las urnas antes que resignarse a seguir viendo al PP presidir el Gobierno.

Y es que lo de iniciar una ronda de contactos con todos los partidos que votaron en contra de Rajoy para desbloquear una situación política que el PSOE acaba de bloquear con su negativa a abstenerse en la investidura sólo se entendería (y muy poco) si Sánchez se postulase claramente como alternativa en aras de lograr un acuerdo con la extrema izquierda y los separatistas de todos los colores. Pero Sánchez, en el más difícil e incomprensible todavía, asegura que mantendrá contactos con todos los partidos –incluido el PP– y deja además muy claro que no se postulará para la investidura sin tener previamente garantizados los apoyos necesarios. Vamos, que va a repetir la rocambolesca –y felizmente corregida– maniobra de Rajoy tras las elecciones del 20-D. Con una clara diferencia: que entonces el tiempo corría a favor de Rajoy, en tanto que presidente del Gobierno en funciones, mientras que el candidato socialista no saca provecho alguno con este surrealista numerito circense.

Algunos podrán pensar que Sánchez sólo trata de ganar tiempo hasta que pasen las elecciones vascas y gallegas, pero lo cierto es que su estéril e incomprensible posicionamiento no tiene traducción a lengua alguna y sólo va a empujar a muchos de sus votantes en esas regiones a la abstención o a respaldar a Podemos.

Sánchez no va a difuminar con esta maniobra la responsabilidad exclusiva que ahora tiene el PSOE en que estemos abocados a unas terceras elecciones; lo que sí va a conseguir es perder la oportunidad de liderar la oposición al Gobierno más débil de nuestra democracia. El error de Sánchez ha sido el de creer que ese liderazgo en la oposición se teje a base de noes, cosa que, dadas las circunstancias, lo que en realidad hace es apuntalar a un Gobierno en funciones que parece recabar más apoyos a medida que se prolonga el bloqueo.

Aun sin tener que creernos a pie juntillas el sondeo que este lunes publica La Razón, y que pronostica que PP y Ciudadanos alcanzarían la mayoría absoluta, resulta evidente que unos terceros comicios en los que el PP nuevamente aumentara o incluso conservara su diferencia respecto del PSOE sí que significarían la muerte de las aspiraciones políticas de Pedro Sánchez. Y con lo de sus aspiraciones políticas no me refiero a la de desbancar a Rajoy del Gobierno sino a la de no ser desbancado del liderazgo del PSOE.

Pero, en fin. Lo dicho. Quien le entienda, que le vote.

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