Es la clase política española la responsable de que en Cataluña lo único que se toree y se vaya seguir toreando sean las leyes y las sentencias judiciales.
Por mucho que el Gobierno se empeñe en lo contrario, ante el desafío independentista se necesita mucho más que una –por ahora bastante tímida– respuesta legal.
Oslo ha sido una calamidad para israelíes y palestinos; una auténtica maldición que no ha procurado la paz sino, paradójicamente, más extrañamiento y violencia.