No hay nadie más manipulable que el desesperado social. A la desgracia de su condición desamparada, se une la malicia del ambicioso que busca poder, a costa de lo que sea.
Pablemos vino a la política para instalarse en la Moncloa a la mayor brevedad, no para vegetar en un escaño del Congreso rodeado de mencheviques como Errejón.