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Eduardo Goligorsky

Los antiyanquis predilectos de Trump

Si prosperara esta alianza espuria de los bárbaros contra nuestra civilización… ¡que Dios nos coja confesados!

Viertan en una coctelera una dosis de ADN de Donald Trump, otra de ADN de Vladímir Putin y una tercera de ADN del espía Julian Assange como catalizador, agiten y obtendrán un turbio destilado de almizcle para paladares estragados. La novedad consiste en que probablemente el menjunje fétido será inmortalizado por los popes de la izquierda reaccionaria que forman el trío custodio de Assange, asilado en la embajada del sátrapa chavista ecuatoriano Rafael Correa. Componen el trío los cineastas Michael Moore y Oliver Stone, con la rúbrica legitimadora del abogado defensor Baltasar Garzón, exfuncionario bien remunerado de la cleptocracia kirchnerista. La guinda la pondrá el intempestivo apologista español del espía, como veremos más adelante. Los antiyanquis predilectos de Trump. ¡Qué tropa!

Celebridades progres

John Carlin se cachondea de la alianza entre "el magnate de la construcción que pertenece al ala más derechista del conservador Partido Republicano" y "el fundador de Wikileaks, el azote del imperio capitalista yanqui (…) héroe de la izquierda internacional" ("Los gemelos Trump y Assange", El País, 10/1/2017). El amor de la derecha estadounidense por el fundador de Wikileaks –recuerda Carlin– nació cuando, en plena campaña electoral, Assange declaró que "utilizaría todos sus recursos para socavar la campaña de Hillary Clinton". Y añade:

Eso fue música para los oídos de Trump, que respondió en un acto electoral: "Amo Wikileaks". Hoy, tras su triunfo, Trump cita con aprobación a Assange en Twitter, su medio favorito de comunicación. La semana pasada, en vísperas de su inauguración presidencial, declaró que depositaba más confianza en Assange que en la CIA, el FBI y todos los demás servicios de inteligencia de su país.

La lista de las celebridades progres que expresaron su admiración por Assange es, tal como la reproduce Carlin, reveladora: Hugo Chávez, Lady Gaga, Blanca Jagger, Noam Chomsky, Pablo Iglesias y los ya citados Michael Moore, Oliver Stone y Baltasar Garzón. En cambio, Carlin subraya que quienes trabajaron junto a él lo describen en términos poco amables. Daniel Domscheit-Berg, que fue su número dos en Wikileaks, escribe en su libro Dentro de Wikileaks que era "tan paranoico, tan hambriento de poder, tan megalómano" que se creía "un César".

Y si Trump se manifestó más de una vez a favor de la tortura, Assange no le ha ido a la zaga en su desprecio por los derechos humanos. Lo demostró en una comida con periodistas de The Guardian. Relata Carlin:

Los periodistas le estaban hablando del peligro que correrían afganos que habían colaborado con el Ejército estadounidense si sus nombres llegasen a aparecer entre las filtraciones de Wikileaks. "Bueno", comentó Assange, "son informadores. Si los matan se lo merecen".

Esto es lo que pensaba Trump del informador Assange antes de que este se congraciara con él. Entonces dijo a un periodista de Fox News que las filtraciones de Wikileaks eran "una vergüenza (…) Creo que se debería imponer la pena de muerte o algo".

Vasos comunicantes

El espía antiyanqui Julian Assange prestó servicios a la campaña electoral del magnate Donald Trump. Trump tiene lazos de amistad, negocios y dependencia electoral cibernética con el antiyanqui Vladímir Putin. Putin acoge en su fortaleza al espía antiyanqui Edward Snowden, cuyos delitos son equiparables a los de Assange. Se cierra el circuito de vasos comunicantes entre Trump y sus antiyanquis predilectos.

Y aquí es donde aparece el portador de la guinda para el menjunje fétido. En una de sus Sabatinas Intempestivas, "Curso de manipulación periodística" (LV, 13/2/2016), Gregorio Morán se exprime las vísceras para extraer hasta la última gota de su fobia antiestadounidense y derrama una apología de los tres espías: Edward Snowden, Edward (Chelsea, tras su cambio de sexo) Manning y Julian Assange. Cegado por el odio, se convierte en involuntario amanuense, o tonto útil, de Trump, Putin y nuestros retrógrados guerracivilistas. Penoso papel para quien, entre taco y taco, se esfuerza por hacer creer que es el iconoclasta mayor del reino. Función que cumple –nobleza obliga a reconocerlo– cuando denuncia las miserias del secesionismo catalán y de la que abjura cuando se ensaña con la Transición y sus protagonistas. Arremete Morán:

Assange es el responsable de Wikileaks y goteador de información secreta de Estados Unidos, en la que queda demostrado el carácter criminal del poder del imperio, sus manipulaciones, sus interioridades, sus conexiones con las colonias; España, por ejemplo. Porque no se pueden sustraer al crimen de Estado, pero exigen que su imagen sea la de una oenegé. Las filtraciones de los informáticos que han llegado a Wikileaks han destrozado la fachada del imperio de la democracia y la justicia.

Cuestión de polvos

El pedido de extradición que la justicia sueca ha emitido por abusos sexuales contra dos mujeres, le produce a Morán una "curiosidad morbosa" hacia los "dos polvos enteros y los dos medios" de Assange:

Pocas veces el sexo ha entrado en la Historia con mayúscula de manera tan grotesca. (…) Estamos ante dos suecas que sostienen que ellas echaron un polvo –decir que hicieron el amor me parece un deterioro de la palabra 'amor'– a satisfacción, pero Assange quiso otro, y ahí entró la ley; ellas sostienen que fue forzado. La verdad es que desde las disputas inquisitoriales no había escuchado debate más incongruente: el polvo consentido y a continuación el menos consentido. Lo dirimirán los tribunales.

Me imagino a Morán actuando en los tribunales como defensor de Assange y espetando a las demandantes: "¡Guarras calientapollas! Sabed que después del primer polvo quedáis al servicio del hombre hasta que él diga basta". Y sería inútil que alegaran que la primera experiencia fue frustrante, o que lo encontraron torpe o violento. O que, sencillamente, no tenían ganas. Excusas vanas para el inquisidor intempestivo.

Morán se aferra al hecho de que el Grupo de Trabajo de la ONU sobre Detenciones Arbitrarias emitió una declaración a favor del espía Assange, como acaba de hacerlo a favor de la violenta mafiosa kirchnerista Milagro Sala que está presa en Argentina a disposición de la Justicia, defendida –¡sorpresa!– por el ubicuo Baltasar Garzón. Declaraciones estas desprovistas de efecto jurídico, aunque la referida a su espía favorito le sirve de pretexto a Morán para despotricar, como Trump, contra la prensa:

Aprendan a leer periódicos. Fíjense en las fotografías que se han insertado en la información. Una obra de arte de la manipulación y desprecio hacia un tipo que está haciendo una labor cívica que los miserables que se dedican a lamer el trasero con sus comentarios –recuerdo uno, de un presunto filósofo de Girona, que sostenía que las informaciones de Wikileaks eran dignas de Mortadelo y Filemón– jamás osarían ni siquiera sugerir.

Idilio obsceno

El artículo aquí citado apareció en febrero del 2016. Pero Morán no ceja. En "La profecía de Orwell era yanqui" (LV, 29/10/2016) dedica casi todo el espacio a elogiar la "magistral" película que Oliver Stone filmó para ensalzar la traición de Edward Snowden a Estados Unidos. Nuevamente, un panfleto:

Esta es una historia de jóvenes casi treintañeros, superdotados en las tecnologías de ordenadores encriptados, dirigidos por asesinos de Estado con una barriguita que no ha conseguido evitar sus horas de golf. Así de sencillo. Pero dominan el mundo. No el mundo en general, que es la aspiración de todo imperio, sino el mundo absoluto. (…) La añagaza del terrorismo islámico es la coartada perfecta para construir un Estado invulnerable, consciente de que no lo conseguirán jamás.

Engreído hasta el tuétano, Morán comparte con Trump el discurso barriobajero contra quienes no encajan en el mosaico de sus manías:

Estados Unidos, entonces dirigidos por un deficiente mental con serios problemas para distinguir dónde estaba Afganistán y dónde Arabia Saudí, un Bush, probablemente el más tonto de la familia, por más que haya otro aspirante que se lo disputa.

Morán no está virgen del pecado que le achaca a Bush de poner patas arriba el mapamundi y la historia. En su artículo "Al fin murió 'el Caballo'" (LV, 19/12/2016), sobre la defunción de Fidel Castro, situó erróneamente al Che Guevara en Angola luchando junto al "siniestro" Jonas Savimbi, cuando donde estuvo fue en la República Democrática del Congo, luchando junto al no menos siniestro, borracho y putero Laurent-Desiré Kabila. El primero era agente de Estados Unidos y el segundo de la URSS. Vaya confusiones para un paladín de la erudición desmitificadora.

Idilio obsceno de Trump con el espía antiyanqui Assange, de Putin con el espía antiyanqui Snowden, de Trump con Putin, del antiyanqui Nicolás Maduro con Putin, al que le concedió el Premio Hugo Chávez a la Paz y la Soberanía; de los antiyanquis del resto de la tropa reaccionaria de izquierda con los espías Assange y Snowden. (A Manning, en prisión, acaba de indultarla Obama). Si prosperara esta alianza espuria de los bárbaros contra nuestra civilización… ¡que Dios nos coja confesados!

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