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Miguel del Pino

Rinocerontes: asesinatos por sus cuernos

Las supersticiones atribuidas al cuerno de rinoceronte están provocando la muerte indiscriminada de ejemplares, pero también de personas.

Las supersticiones atribuidas al cuerno de rinoceronte están provocando la muerte indiscriminada de ejemplares, pero también de personas.
Rinoceronte | Pixabay/CC/skeeze

En estos momentos hay cinco especies de rinocerontes en el mundo, pero no sabemos cuantos meses podremos seguir haciendo esta afirmación porque tres de ellas están en riesgo inminente de extinción y algunas subespecies ya se han extinguido recientemente.

La carencia de depredadores en la naturaleza jamás hubiera puesto en peligro a los rinocerontes de no haberse cruzado en su camino la especie potencialmente más peligrosa, es decir, el hombre. Ningún producto práctico puede proporcionar el gran paquidermo, pero la superstición y el absurdo se han aliado para diezmar sus poblaciones, especialmente las africanas.

Desde tiempos medievales se atribuyen al cuerno del rinoceronte propiedades mágicas relacionadas con el supuesto aumento de la virilidad que acontece a quienes consumen este apéndice nasal en forma del polvillo obtenido de su trituración; por si esto fuera poco, en países como Yemen se regala a los muchachos cuando superan la adolescencia un cuchillo cuyo mango está formado por un cuerno de rinoceronte. Toda una exaltación del absurdo.

Una joya zoológica

El rinoceronte es uno de los mamíferos más interesantes desde el punto de vista zoológico, tanto por sus singularidades morfológicas, entre las que destacan los cuernos nasales, como por su éxito evolutivo logrado a través del gigantismo y la agresividad defensiva. No es extraño encontrar rinocerontes indios que superen los 1.500 kilos y las especies más pequeñas, como al rinoceronte de Java, suelen alcanzar los 500. Sólo los grandes felinos como leones o tigres, según las localizaciones geográficas, pueden intentar con posibilidades remotas de éxito la captura de algunos recentales.

Todos los rinocerontes son herbívoros, si bien ocupan diferentes nichos ecológicos; los asiáticos son fundamentalmente ramoneadores de hojas y ramas al igual que el negro africano, mientras el gran rinoceronte blanco, también miembro de la fauna de África pasta hierba como lo haría una vaca. Tal especialización evita la competencia entre las especies actuales que comparten territorios, como algunas poblaciones africanas de "rinos" blancos y negros.

El preciado polvo de cuerno de rinoceronte por el que se pagan fortunas en los mercados de extremo oriente para formar parte de las recetas de la llamada "medicina china" no es otra cosa que queratina, que es la más dura de las proteínas de los vertebrados, pero a pesar de su gran dureza no es más que eso, queratina, como la que forma el pelo, las uñas, las plumas y las escamas de los vertebrados.

Un imparable declive

A mediados del siglo XIX se calculaba en un millón de ejemplares la población de rinocerontes en el continente africano, incluyendo en esta cifra las dos especies negro y blanco con sus correspondientes subespecies. En el momento actual sobreviven sólo unos miles de ejemplares. En los santuarios salvajes de Kenia se contabilizaron el pasado año 1.258, repartidos entre 745 negros y poco más de 500 blancos.

Aunque la anécdota es bastante conocida recordemos que, siendo el blanco y el negro de un color muy similar, grisáceo oscuro, la denominación de "blanco" deriva de una confusión al interpretar la descripción manual de la especie en la que se le calificaba de "ancho", por la amplitud de su hocico. La similitud entre estos términos en el idioma inglés dio origen a la leyenda.

Algunos zoológicos han logrado la cría en cautividad de las razas más amenazadas de rinocerontes, intentándose después su reintroducción en África en espera de que las circunstancias climáticas y ambientales favorecieran la crianza en libertad. Hasta ahora no se ha conseguido tal éxito.

El pasado mes de Julio murió en Kenia el último ejemplar macho de la subespecie del rinoceronte negro del Norte, un viejo ejemplar llamado Sudán del que se han tomado muestras genéticas para intentar la reproducción asistida con las dos únicas hembras que le sobreviven. Un ejemplo más que añadir a la larga relación de especies, en este caso subespecies, desaparecidas en los dos últimos siglos.

Para una novela de terror

Hablábamos en el titular de asesinatos, y no de rinocerontes, sino de personas. Aunque no se ha divulgado demasiado las actividades de las mafias que trafican con cuerno de rinoceronte, parece que han llegado hasta perpetrar robos en varios museos y que para conseguir sus fines utilizan cualquier medio violento. La policía de algunos países europeos investiga sobre algunos casos relacionados con este comercio criminal.

Lo cierto es que la mayoría de los museos que cuentan con ejemplares de rinocerontes disecados, algunos de antigüedad decimonónica, está optando por cortar los cuernos de los mismos y confinarlos en sus cajas de seguridad, restaurando el aspecto de los que se exponen mediante la sustitución de los naturales por cuernos de fibra de vidrio perfectamente naturalizados.

Hay que mantener las medidas de vigilancia, en espera de que el sentido común y la extensión de la cultura científica a los países que conservan supercherías como la leyenda de los cuernos de rinoceronte, consigan evitar que estas patrañas sigan cobrándose vidas humanas; vidas tanto de los nativos cazadores, abatidos sin piedad por los guardias de las reservas, como de los depositarios de los ejemplares naturalizados,

Dejamos por momento el tema como sugerencia para creadores de guiones cinematográficos o relatos de aventuras, aunque sin duda ninguno superará la brillante novela "En busca del unicornio", de Juan Eslava Galán en la que por encargo real un grupo de cazadores trataba siglos atrás de conseguir el preciado cuerno en el corazón del continente africano. Los imaginarios aventureros consiguieron finalmente su tesoro, y el brillante autor sevillano el Premio Planeta.

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