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EDITORIAL

Una huelga surrealista producto del marxismo cultural

Organizar una huelga para denunciar agravios inexistentes es un despropósito que solo puede entenderse por la propaganda de los medios de comunicación

La huelga feminista impulsada por la izquierda, y respaldada por no pocos tontos útiles del centro-derecha, se basa en una falsedad fundamental porque, al contrario de lo que sostienen las organizaciones convocantes, las sociedades capitalistas son las más favorables para que la mujer disfrute de los mismos derechos (y deberes) que el hombre. España es, además, uno de los mejores países del mundo para las mujeres y el tercer país europeo con más mujeres en puestos de responsabilidad. Organizar nada menos que una huelga para denunciar agravios inexistentes es un despropósito que solo puede entenderse por la propaganda distribuida profusamente a través de los principales medios de comunicación.

Buena prueba de que esta huelga obedece únicamente a los intereses políticos de la izquierda es que los manifiestos elaborados para darle soporte son un catálogo completo de la agenda izquierdista. Así, las organizaciones feministas impulsoras de estos actos afirman que las mujeres, por el mero hecho de serlo, han de combatir al capitalismo por tratarse del principal instrumento de dominación masculina. A continuación exigen apertura total de fronteras, legalización del aborto a cualquier edad o la implantación de un relato torticero de la II República y la Guerra Civil que, además de no tener la menor relación con el sexo biológico de los seres humanos, son un fiel reflejo de las obsesiones de la izquierda para convertir su programa político liberticida en un principio hegemónico sobre el que no quepa disentir.

La realidad, sin embargo, es justamente la contraria. Porque, por más que se empeñen los organizadores de la huelga pregonando la existencia de una insufrible brecha salarial, lo cierto es que ninguna mujer cobra en España menos por el hecho de serlo. La falsa brecha se refiere a salarios medios brutos, sin valorar factores esenciales como las horas trabajadas o los puestos de trabajo desempeñados mayoritariamente por hombres y mujeres, que es lo que explica esa diferencia meramente estadística tal y como acreditan los estudios realizados al efecto.

Otras tantas refutaciones se podrían hacer del resto de mitos que propagan los convocantes de esta huelga surrealista. Las organizaciones feministas y los partidos de izquierda que promueven los actos de este ocho de marzo saldrán hoy a las calles a denunciar un problema inexistente en España, pero muy real y de una extraordinaria gravedad en países como el Irán de los ayatolás, las naciones con regímenes islamistas o la Venezuela de Maduro. En todas esas dictaduras las mujeres sufren profundas desigualdades y reciben un trato humillante, pero los convocantes de estas manifestaciones se guardan mucho de ejercer la menor crítica hacia esos regímenes con los que mantienen excelentes relaciones y no pocos cauces de financiación.

El que el Partido Popular de Pablo Casado se planteara en un principio apoyar estas manifestaciones y en Ciudadanos sigan dispuestos a participar en ellas reflejan el desfonde intelectual de estos partidos y, en el caso del partido de Rivera, una extraña tendencia masoquista a actuar de comparsa en las algaradas de los adversarios políticos para ser insultados y humillados a placer.

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