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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

Arreglando lo del nuncio

Monseñor Fratini dijo que el Gobierno pretende resucitar a Franco y Carmen Calvo tachó sus palabras quien las ha clasificado de “improcedentes e inaceptables”.

Monseñor Fratini dijo que el Gobierno pretende resucitar a Franco y Carmen Calvo tachó sus palabras quien las ha clasificado de “improcedentes e inaceptables”.
El exnuncio en España, Renzo Fratini | Europa Press

Las recientes declaraciones del nuncio papal, monseñor Fratini, en las que afirmaba que el Gobierno pretende resucitar a Franco han causado el anuncio de una protesta formal por parte de Carmen Calvo, quien las ha clasificado de "improcedentes e inaceptables".

El legado pontificio es, por tradición, decano del cuerpo diplomático, lo que da una idea de su prestigio en estas delicadas labores, y hace aún más raro que sus declaraciones sean motivo de conflicto.

Algunos atribuyen la reacción del Gobierno a la intolerable injerencia del nuncio; otros, a que ha hecho blanco. Lo que es un hecho es que sus palabras han abierto un melón que pone en riesgo las relaciones jurídicas y económicas entre la Iglesia y el Estado.

Nuestros poetas, sensibles a todo lo espiritual, reflexionan sobre el mejor camino para zanjar cuanto antes esta espinosa polémica.

TENGO UNA IDEA
por Monsieur de Sans-Foy

Dice el Nuncio que "el Gobierno
va a resucitar a Franco".
Y el Gobierno, que no es manco,
pide el fuego del infierno,
porque le sientan a cuerno
tales términos blasfemos.
Dicen "arrieritos semos..."
y amenazan, ojo al dato,
con dejar el concordato
en las manos de Podemos.

Señor Nuncio Pontificio:
no hay soluciones baratas.
Aplacar a los sociatas
exigirá un sacrificio,
un holocausto propicio,
severísimo y violento:
¡apelemos al tormento
como antídoto a su ira!
¡Fray Josepho en una pira,
quemándose a fuego lento!

Hágase justicia ciega,
y además, sin anestesia:
si es por el bien de la Iglesia,
yo conozco a mi colega:
no pondrá ninguna pega.
Concretando el escenario,
un detalle es necesario,
por parecer más severo:
y es que lo castren primero.
Yo me ofrezco voluntario.

SÍ, PERO…
por Fray Josepho

Secundo aquí la propuesta
de mi colega Sanfuá.
Si se ha de arder, se arderá,
sin reparo ni protesta.
Y también, aunque me cuesta
(porque no es un trance grato),
mi emasculación acato.
Eso sí, con la advertencia
de que donen a la Ciencia
mi portentoso aparato.

Brindo, pues, mi sacrificio
para pagar lo del Nuncio.
A mi propio ser renuncio,
por vocación de servicio.
A ver si con ello auspicio
que el Gobierno socialista
(¡que el Altísimo lo asista!)
transija, caro Mesié,
y permita que la Fe
bajo su tutela, exista.

Por tanto, arrójenme al fuego,
una vez emasculado.
¡En mí se expiará el pecado!
¡En sacrificio me entrego!
Pero antes formulo un ruego:
según la recta doctrina,
que hagan también chamusquina,
con igualatorio afán,
a Sor Lucía Caram,
por la cuota femenina.

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