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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

Íñigo y Pablo: pónganle música

A Monsieur de Sans-Foy se le licúa el corazón cuando piensa en Errejón, y a Fray Josepho se le vuelve jarabe el alma cuando evoca al Coletas.

 A Monsieur de Sans-Foy se le licúa el corazón cuando piensa en Errejón, y a Fray Josepho se le vuelve jarabe el alma cuando evoca al Coletas.
EFE

La ruptura, ya definitiva, entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón ha hecho que brote la vena lírica de nuestros poetas. Ambos, con inspirados y originalísimos versos, nos comunican su afinidad por cada uno de los líderes de la verdadera izquierda. A Monsieur de Sans-Foy se le licúa el corazón cuando piensa en Íñigo, y a Fray Josepho se le vuelve jarabe el alma cuando evoca al Coletas.

ÍÑIGO EN EL CORAZÓN
por Monsieur de Sans-Foy

Le duelen las entrañas de su ser,
por esa derechona tan proterva.
Su nombre es como un nuevo amanecer.
Su nombre sabe a hierba.

Errejón es la lluvia en primavera.
Errejón es la brisa del verano.
En invierno, es el fuego de mi hoguera.
En otoño, un manzano.

Cansada de rodar como una noria,
la izquierda le abrirá el jardín prohibido:
sus dedos hallarán la trayectoria
debajo del vestido.

Errejón es así: tan diferente
de todos los políticos gallitos.
Va a ser mi gran pasión, mi floreciente
jardín con enanitos.

La Izquierda recupera el regocijo,
recobra las ideas y los credos:
¿por qué no va a tocar un niño pijo
el Cielo con los dedos?

¡Anímate a votar por Errejón!
Te vas a ilusionar...
cual ave que escapó de su prisión
y puede al fin volar.

CON PABLO HASTA EL FINAL
por Fray Josepho

Son tus palabras, Pablo, cual imán,
y tu coleta al viento huele a sándalo.
Te expresas con la fuerza de un volcán.
Eres todo un escándalo.

Que mi ilusión por ti jamás se trunca.
Te busco por doquiera que yo voy.
No cambies, por favor, no cambies nunca.
Con Sánchez o Rajoy.

Como las cosas buenas de la vida,
llegaste a la política española,
con esa fuerza tuya desmedida.
Así, como una ola.

Aunque a veces soy cuerdo, a veces loco,
en las izquierdas fuiste tú el primero.
Si tú no cambias, Pablo, yo tampoco:
será porque te quiero.

De aquel que te ha borrado sonrisa,
hoy quiero preguntarme: ¿y cómo es él?
¿Por qué aceptó las dádivas de Prisa?
¿Por qué te ha sido infiel?

Yo sé que, con tu empuje de huracán,
amas la vida y amas el amor.
Y sé que el Errejón es un truhán
y tú eres un señor.

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