El objetivo es intimidar lo suficiente a los Gobiernos para que nunca más vuelvan a permitir que el Rey haga frente al separatismo como cabeza y voz de la Nación.
La culpa no sólo es suya, sino de quien se lo permite, el presidente del Gobierno y la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, gran discípula de Carme Forcadell.
O surge el partido de esa izquierda catalana no nacionalista que los locales llevamos cuarenta años esperando en vano o el constitucionalismo volverá de nuevo a la estricta marginalidad.
Cuanto más poder intenta acumular Pedro Sánchez, más débil resulta su Gobierno o la parte que le toca. Nunca un Gabinete de Presidencia había sido tan extenso como para albergar a 56 altos cargos.
El artículo cumplía las normas del pensamiento único, a saber: idolatría de las ONG y seguimiento acrítico e incluso hipertrofia de sus mensajes alarmistas.
Pero el acierto de Arrimadas, por virtud o necesidad, que tanto da, ha resucitado el error habitual, letal ya desde Rivera, del centrismo 'guay', que se deleita despreciando a Vox.