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Miguel del Pino

Bellas y bestias. El mejor homenaje a la mujer

Jane Goodall, Diane Fossey y Biruté Galdikas se especializaron en el estudio de la conducta de los monos antropoides en las selvas de África y Borneo.

Como homenaje a la mujer en la celebración del día de hoy elegimos la recomendación de la lectura de un libro cuyo título es Bellas y bestias. Así lo tituló su autora, la primatóloga, escritora y realizadora de documentales Carole Jahme. Sus "bellas" son tres científicas que se especializaron en el estudio de la conducta de los monos antropoides en el corazón de sus selvas nativas de África y de Borneo.

Sus nombres son suficientemente conocidos, ya que sus trabajos alcanzaron en su momento la máxima difusión no sólo gracias a la literatura científica, sino sobre todo al interés que despertaron.

Se trata de Jane Goodall, todavía en plena actividad y en excelente forma física que le permite recorrer el mundo divulgando su mensaje de protección para los chimpancés; de Diane Fossey, que murió a manos de los furtivos a los que combatía en su centro de estudio de los gorilas de montaña en el corazón de África y de Biruté Galdikas, que, en compañía de su esposo, trabajó muchos años en las selvas de Borneo estudiando los orangutanes, amenazados por el avance imparable de a deforestación.

Estas tres primatólogas son conocidas en los medios especializados con el curioso nombre de "Los ángeles de Leakey", en recuerdo del gran acierto del antropólogo Louis Leakey al confiar en ellas para encargarles el estudio en las durísimas condiciones de la vida en el medio selvático de las tres especies de grandes monos con las que tantas características genéticas compartimos.

También una mujer: Jo Thompson fue capaz de desvelar los secretos del último gran simio conocido por la Ciencia, el bonobo (Pan paniscus), un curiosísimo primo hermano del chimpancé que ha evolucionado separado de éste por la gran frontera del río Congo.

Hoy, en plena lucha de la mujer por ocupar el papel que le corresponde en tantos terrenos que antes le estaban vedados, entre ellos buena parte de los de ecología y etología, parece normal que Leakey las tuviera en consideración rechazando muchas ofertas de científicos muy preparados desde el punto de vista físico, pero no cabe duda de que el prestigioso paleontólogo intuyó que sus tres biólogas de campo podrían resistir perfectamente la dureza del trabajo y que además podían añadir un plus de capacidad de observación, de minuciosidad y de sensibilidad; su confianza en ellas obtuvo el mayor de los éxitos.

El caso de Dian Fossey terminó como todos sabemos en tragedia; se suele decir que amó demasiado a sus gorilas troquelados que aceptaban su proximidad y su compañía y que este amor le llevó a cometer imprudencias en el trato con los humanos que los mataban: es posible que el sacrifico de su vida haya sido crucial para la creación del centro de investigación de Karisoke donde muchos científicos trabajan hoy siguiendo su estela, pero su asesinato a manos de furtivos que la consideraban "bruja" es uno de los más tristes relatos de la moderna ciencia de la etología.

El cine elevó a mito la figura y los trabajos de Dian Fossey a través de la película, basada en sus relatos con el título de Gorilas en la niebla. Su muerte prueba las dificultades que han implicado los estudios de animales silvestres en su medio natural en territorios donde nuestra propia especie dista mucho de haber accedido al grado de civilizada.

En su libro En la senda del hombre, Jane Goodall, nuestra segunda heroína describía, con magnífica calidad de escritora, sus estudios del chimpancé en la selva africana de Tanzania.

Goodall nos emociona al relatar como los ejemplares machos besan la mano de las hembras seniles cuando se cruzan con ellas en las ramas, y nos llena de tristeza cuando describe las epidemias, entre ellas una de polio, que diezmaron a las familias que estudiaba. Ya en avanzada edad, Goodall sigue desarrollando una excelente labor al recorrer el mundo divulgando los graves peligros que afectan a la supervivencia de estos animales.

Biruté Galdikas, científica de nacionalidad canadiense siguió la estela de sus predecesoras cuando se dirigió a Leakey para pedirle apoyo que le permitiera trasladarse a Borneo y estudiar allí a los orangutanes. También es de referencia su libro titulado Reflejos del Edén, donde cuenta cómo llegó a adorar al "hombre de los bosques", que es la traducción literal de los vocablos indonesios de los que deriva "orangután". Quien acceda a las fotografías donde aparecen los investigadores bañando a una cría de la especie, seguramente se unirá a dicha adoración y sucumbirá ante el infantil encanto del primate.

Nuestras heroínas primatólogas tenían demasiado trabajo como para incurrir en excesos del feminismo actual, incluso Goodall y Gandikas tuvieron como fieles ayudantes a sus esposos, aunque la Ciencia reconoce como suyo el mérito de haber abierto las puertas al conocimiento de las costumbres en su duro entorno natural de los animales más parecidos al hombre.

Sin duda se trata de grandes científicas, y Leakey valoró al elegirlas cualidades tan valiosas como la paciencia, la capacidad de empatía y la entrega al objeto de estudio con dedicación abnegada. No son las únicas primatólogas dignas de homenaje, ya que crearon escuela también entre las biólogas españolas, de manera que nos congratulamos al homenajearlas en esta fecha.

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