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Percival Manglano

Se equivocaron porque sus enemigos son sólo ideológicos

Miles de infectados y cientos de muertos más tarde, la estrategia de la Izquierda se centra en criticar a la sanidad madrileña y a organizarle caceroladas al rey

Miles de infectados y cientos de muertos más tarde, la estrategia de la Izquierda se centra en criticar a la sanidad madrileña y a organizarle caceroladas al rey
Carmen Calvo e Irene Montero, en la manifestación del 8-M en Madrid | C.Jordá

Juan Carlos Girauta ha escrito un formidable artículo en ABC sobre la ceguera en torno al coronavirus. Se titula "Por qué se equivocaron tanto" y en él identifica varias razones por las que tanta gente se equivocó sobre la pandemia. Entre ellas está el argumento de autoridad ("Es lo que decía el Gobierno") y el no entender qué es un crecimiento exponencial. Comparto estas razones, pero creo que habría que añadir por lo menos una más, que es, a mi entender, la principal.

Y esta es que el Gobierno y su entorno obviaron el peligro del coronavirus porque sus enemigos son única y exclusivamente ideológicos.

El PSOE y Podemos han sustentado su acuerdo de Gobierno sobre el odio compartido a la derecha. Esto lleva a que sus acciones estén encaminadas a derogar lo aprobado por Gobiernos anteriores del PP (ley educativa, reforma laboral…), a luchar contra los enemigos largamente muertos del franquismo o a aprobar leyes de postureo ideológico donde el rigor técnico es considerado machista (Ley de Libertad Sexual).

La argamasa que mantiene unido el Gobierno es el sectarismo ideológico. Esto lleva a que el mundo sea analizado sólo a través de lentes ideológicas. Todo evento, toda persona, toda iniciativa deben ser etiquetados como "retrógrados" o "progresistas." Más aún, los enemigos que mantienen prietas las filas del Gobierno deben ser ideológicos. La mínima cohesión necesaria para actuar como un Gobierno funcional pasa por encontrar un terreno común de lucha contra el facha.

La apoteosis de esta exaltación de lo ideológico llegó durante la semana previa a la manifestación del 8-M. El esfuerzo por demostrar una mayor pureza ideológica llevó a aprobar un proyecto de Ley de Libertad Sexual que fue inmediatamente ocultada para no demostrar sus vergonzosas carencias técnicas. El mundo real fue abandonado por el Gobierno en provecho de un mundo de ensoñaciones de todos y todas.

Y en estas llegó el virus. Un virus sin adscripción ideológica. Un virus invisible. Un virus real. El Gobierno fue incapaz de verlo porque no le encajó en su esquema ideológico. ¿Cómo iba el virus a ser un enemigo si no era facha? ¿Cómo iba el virus a ser un enemigo si no provocaba la alteración emocional que sólo provocan los enemigos ideologizados? Lo urgente era sacar una Ley de Libertad Sexual a medio hacer porque ahí es donde se removían las emociones ideológicamente más potentes. ¿El virus? El virus era emocional e ideológicamente neutro.

El mejor ejemplo de esta actitud lo ofrece la vicepresidenta Carmen Calvo. Ella fue designada el 5 de febrero coordinadora de la respuesta al coronavirus. ¿Qué ha hecho durante este tiempo al respecto? Nadie lo sabe. Lo que sí que sabemos es que la semana previa al 8-M, cuando se hubiesen debido tomar las primeras decisiones de calado contra el coronavirus, se dedicó a animar a todo las mujers a ir a la manifestación del 8-M porque "les va la vida en ello" Y se dedicó, también, a pelearse con la ministra de Igualdad, Irene Montero, por ver quién tenía más protagonismo feminista. Todas sus decisiones fueron puramente ideológicas. La amenaza real del virus le fue completamente indiferente.

El sectarismo ideológico lleva al Gobierno a pensar que todo lo malo debe estar causado necesariamente por sus enemigos ideológicos: los ricos, la derecha, etc. No hay maldad, no hay peligro, no hay enemigo fuera de su esquema mental que pueda suponer una verdadera amenaza. El virus no podía ser tan malo cuando no implicaba romper cadenas ni levantarse contra malvados opresores.

Hoy, miles de infectados y cientos de muertos más tarde, la estrategia de la Izquierda se centra en criticar a la sanidad madrileña y a organizarle caceroladas al rey. Ni un atisbo de propósito de enmienda. No hay realidad que pueda sobreponerse a su ideología.

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