El de la guerra y el de la epidemia son dos problemas completamente distintos; y que es incorrecto y desorientador pretender abordar este último como si fuera aquel.
Continuemos desmontando patrañas mientras dure el confinamiento y también después, porque los renegados prometen perseverar en sus maquinaciones aberrantes.
Que los pobres sean felices con sus móviles y estén concienciados sin crítica en los mantras ideológicos de moda. El sistema escolar queda como un eficaz expendedor de títulos que no se va a detener por este imprevisto.
Nadie pensó que el mundo entero iba a necesitar una cantidad gigantesca de mascarillas y que no podría conseguirlas porque su producción estaba muy concentrada en un solo país.
Si le dan a firmar o puede darle retuit a alguna campaña de apoyo a algún preso político en Cuba, la antigua Guinea española o Venezuela, hágalo, porque, aunque parezca inútil, importa.