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Pablo Planas

Poncio Casado

Lavarse las manos en tiempos de coronavirus está muy bien, pero abstenerse en política es ejercer de Pilatos.

Lavarse las manos en tiempos de coronavirus está muy bien, pero abstenerse en política es ejercer de Pilatos.
Pablo Casado | Joaquin Corchero (Europa Press)

Lavarse las manos en tiempos de coronavirus está muy bien, pero abstenerse en política es ejercer de Pilatos. Pablo Casado podría haber atizado ayer un par de guantazos con la mano abierta en los rostros de hormigón armado de esa pareja que gobierna (una forma de hablar) el país como dirigen sus partidos, por aplastamiento, pero le han temblado las piernas y ha preferido balar al unísono con los recolectores de nueces del PNV y Bildu y con el nuevo Ciudadanos, al que le da cosa Vox, pero no Podemos.

Se refuta desde la bancada popular que tanto da, que la prórroga del simulacro de dictadura también hubiera salido adelante con el voto negativo del PP. Pues sí, pero al menos habría quedado claro que la oposición no es cómplice de que la policía vaya por ahí multando por llevar la bandera de España en el coche por orden de Grande-Marlaska, de que haya guardias civiles perdiendo el tiempo en el Twitter por el capricho del marqués de Galapagar, de que se establezcan medidas tan arbitrarias como que se puede tomar el vermú con un colega pero no visitar a un familiar o que de once de la noche a seis de la mañana esté prohibido salir a estirar las piernas o fumar un cigarrillo en soledad porque le sale del níspero al Gobierno. ¿Y eso en qué se diferencia de un toque de queda?

Si necesitaba Casado alguna razón más para votar que no, Adriana Lastra, la portavoz socialista, le ha proporcionado unas cuantas. Pasa que a los del PP de Casado y García (la cacatúa) Egea les debe de ir la marcha, que les azote Adriana y les insulte Lastra. De otro modo no se entiende que después de la intervención de esta señora se hayan mantenido en la abstención, sentido del voto que no les libra, por otro lado, de ser considerados por la progresía como unos p... fachas.

Así que nada, dos semanas más de Gran Hermano del Gobierno y festival de la repostería en los medios subvencionados con los españoles como cobayas porque a pesar del mal llamado 'estado de alarma' hay aglomeraciones en los transportes públicos y en las calles y por la misma razón que se deja salir a correr en manada se podría permitir ir a trabajar. Mientras tanto, la economía española ha entrado en barrena. Las cifras de paro son escalofriantes y auguran escenarios de miseria tercermundista, sin que eso parezca preocupar lo más mínimo a sus señorías.

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