Si éste fuera un país serio, la investigación de las muertes a causa de la autorización gubernamental de las manifestaciones del 8-M sería prioritaria.
Es obvio que no se puede dejar a la intemperie a las personas que se encuentren en una extrema necesidad, pero el establecer este ingreso mínimo vital no es la mejor manera de atender ese problema.
Cada vez que veo a Fernando Simón, y leo a sus corifeos en la prensa, me acuerdo de Heinrich Kramer y las turbas que disfrutaban viendo quemar a las brujas.