Lo más interesante de esta peliaguda intersección entre la ciencia y la política es que sólo se da en una dirección, con un único culpable posible: el hombre blanco.
Se está gestando una nueva batalla entre Sánchez e Iglesias, con la ciudadanía como carne de cañón. Cabe temerse lo peor de este par de demagogos incompetentes.
En verdad, no hay ningún 'problema catalán', sino una controversia muy grave originada y estimulada del modo más extravagante y artificial imaginable por los catalanistas.