"¿Qué las das, Landelino?", decía un viejo chotis, con crudo y madrileñísimo laísmo. Y de ahí han querido partir nuestros poetas, pero aplicándolo a los dos latin lovers más destacados de España, que no por casualidad se apellidan igual: Iglesias. Julio, el cantante, que ya está de retirada, y Pablo, el político, que está en pleno ascenso, han suscitado y suscitan la envidia cochina del ligón medio español. ¿Por qué han tenido y tienen tanto éxito con tantas mujeres? ¿Por qué se las llevan de calle? ¿Qué las dan?
Pues a esa pregunta han tratado de responder, en controversia como siempre, nuestros poetas.
QUÉ LAS DA JULIO
por Fray Josepho
Las da su dentadura, sus canciones,
su tipo semiatlético y delgado.
Las da su savoir faire, su bronceado,
y que le están muy bien los pantalones.
Las da su amor, su hey, sus atenciones,
su halo de truhan, su jet privado.
Las da su justa dosis de pecado,
su simpatía innata y sus mansiones.
Las da sus gorgoritos, sus sonrisas,
sus mocasines blancos, sus camisas,
y un poco de su fama y su renombre.
Las da miradas hondas, dulces guiños...
y espléndidas pensiones a sus niños,
que es débito frecuente, si se es hombre.
¿Y PABLO?
por Monsieur de Sans-Foy
¿Y Pablo? ¿Qué las da, que desfallecen
en cuanto se les pone por delante?
Hasta las más rojeras enrojecen,
diciéndole al oído: "Comandante..."
¡Y cómo las traidoras enloquecen
de amor, con intención de echarle el guante!
Las más provocadoras se le ofrecen
diciendo: okúpame, que estoy vacante.
¿Y Pablo, qué las da? Ni puta idea.
Su físico no creo yo que sea
lo que les humedece el... pundonor.
El macho que gobierna la manada
excita hasta a la más emancipada.
Qué cosa tan machista es el amor.