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Cristina Losada

Alemania versus España

Dejemos el buenismo y el buenrollismo para cosas en las que no nos juguemos tanto, para cuando no estén en juego la vida y la salud de tantas personas.

Dejemos el buenismo y el buenrollismo para cosas en las que no nos juguemos tanto, para cuando no estén en juego la vida y la salud de tantas personas.
El director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. | EFE

Con 633 casos más en veinticuatro horas, con un total de 3.611 nuevos contagios en los siete días previos, con cuatro nuevos fallecimientos y con una serie de brotes locales en marcha, el director del Instituto Robert Koch (RKI), que controla los datos de la epidemia en Alemania, compareció el martes ante la prensa para manifestar su gran preocupación. Lothar Wieler se expresó con meridiana claridad: "La evolución actual me preocupa enormemente". Y: "Estamos en medio de una pandemia que evoluciona con una gran rapidez". Y: "Tenemos que evitar ahora que el virus se vuelva a extender rápido y de forma incontrolada". Su advertencia sobre la aceleración que está adquiriendo la epidemia en Alemania quedó confirmada el día siguiente por 684 nuevos casos.

Mientras en Berlín comparecía Wieler, en Madrid lo hacía el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. Entonces teníamos 855 casos más registrados en las veinticuatro horas previas y una serie de brotes locales en marcha. Peores fueron los datos del miércoles, consignados en la web el Ministerio de Sanidad: 1.153 nuevos casos desde el día anterior y 12.907 en los últimos siete. Comparando y redondeando, tenemos el doble y el cuádruple de lo que está teniendo Alemania. Pero las conclusiones que extrajo Simón fueron muy distintas de las que manifestó el jefe del RKI. Lo que dijo y destacaron los medios fue: "No creo que estemos en un panorama de descontrol".

Yo tampoco lo creo. Pero una cosa es creer y otra tener la certeza. Y si algo sabemos es que en esto no hay certezas. Lo sabemos. Sabemos incluso que el descontrol es un panorama que puede estar a la vuelta de la esquina. Nos descuidamos y aparece. Y cuando aparece no es un pequeño descontrol controlable. Si el director del Robert Koch, con una situación mejor que la nuestra, alerta a los ciudadanos y les dice que está muy preocupado, es que piensa que ésta es la hora de las advertencias. Y Wieler dijo que la evolución de la epidemia era "verdaderamente inquietante" cuando Alemania presentaba un número de reproducción instantánea de 1,10. En España lo teníamos subido a 1,25, según el último dato del Instituto Carlos III, con fecha de 19 de julio. Había cierto consenso en que con este número por encima de 1 había que empezar a preocuparse. Se diría que en nuestro país no.

Simón habló, en esa misma comparecencia, del ocio nocturno como foco de expansión, del problema de los jóvenes que no siguen las normas ni las cuarentenas, de que nadie puede relajarse. Cierto, sí. Pero hay que hablar como Wieler: "Tenemos que evitar ahora que el virus se vuelva a extender". Ahora. Y diciendo lo que falla. El director del RKI atribuyó los nuevos brotes, que son internos y no importados, a la falta de cumplimiento de las normas de higiene y distancia y al descuido en el uso de las mascarillas: "Todo esto sucede sólo porque no nos atenemos a las reglas". En definitiva, echó la bronca. Algo que no gusta al portavoz Simón ni a las autoridades sanitarias de nuestro país, que prefieren regalar los oídos de los ciudadanos diciendo que se están portando de maravilla. Hay muchas excepciones. Lo saben perfectamente y todos somos testigos. Dejemos el buenismo y el buenrollismo para cosas en las que no nos juguemos tanto, para cuando no estén en juego la vida y la salud de tantas personas. Ahora es el momento. Después siempre es tarde.

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