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Federico Jiménez Losantos

Feijóo garantiza la autoridad de Casado, ¡menos mal!

Siempre he pensado que el centrismo es el opio de la Derecha; y el PSOE, su camello.

Pues sí, menos mal que en el PP, como en la novela de Gironella, ha estallado la paz. Han sido tantas las reacciones sobre la destitución de Cayetana, tantos los izquierdistas a favor y tantos los liberales en contra, que temía que la autoridad de Casado, que le pidió que volviera al PP, que se presentara por Barcelona y que fuera portavoz del grupo parlamentario, se resintiera. Afortunadamente no es así: Núñez Feijóo ha anunciado que presentará un plan de Sanidad para toda España, concebido desde las amables brumas gallegas, y además lo ha hecho en el mismo momento en que Casado se reunía con todos los responsables del área sanitaria del PP.

¿Plan Cajal, Plan Feijóo o Plan Albor?

Al acierto más que probable en su redacción, se une la oportunidad. Nadie podrá decir que, tras encabezar la revuelta contra Cayetana con aquel "no se pueden perder los papeles", tras el mejor discurso parlamentario contra el comunismo que han oído las Cortes en este siglo menguado, y que tanto aplaudía su posterior verdugo Teodoro, el Gelmírez de Finisterre ha aprovechado para alzar bandera de independencia. Cierto que la capacidad de una autonomía de un partido en la Oposición no parece la situación más legal y ventajosa para defender algo que afecta a toda España, pero como Feijóo nunca pierde los papeles, sólo aquella foto que tanto recicló Soraya, no tengo la menor duda de que sabrá legal y políticamente lo que ha hecho.

En cuanto a la autoridad de Casado, que tanto y tan irreflexivamente menoscababa la libertad de Cayetana, de ahí el aplauso de la izquierda a su despido, ha quedado muy, muy reforzada. Estoy viendo la sonrisa de cura galdosiano, como el de "Tristana" tras el chocolate y los azucarillos, de los responsables sanitarios del PP de toda España reunidos por el presidente, cuando se enteraron por el móvil la inesperada prueba de lealtad, no exenta de elegancia, del presidente de la Junta de Galicia. Fue, además, un alarde de coordinación por parte del Secretario General, porque no es fácil en pleno agosto cohonestar calendarios, agendas y urgencias familiares. Mejor fiarlo todo a la confianza, en la seguridad de que, ya sin Cayetana, no habrá iniciativas particularistas, ni afán de lucimiento, ni personalismos estériles.

Me preocupa el futuro del "Plan Cajal", fórmula archirrepetida por Presidentecasado (Teodoro le apea el artículo) para agrupar las propuestas del PP en materia sanitaria. Feijóo, hombre responsable donde los haya, no dijo que la Junta gallega, el PP de la región o el señor Pastor de Ana tenían ya hecho el Plan para toda España, sino que estaban trabajando en él o, más humildemente todavía, que se iban a poner a trabajar. Eso les da tiempo al virtuoso Ispán, la eficaz Pelayo y el bullicioso Montesinos, todos bajo la autoridad del Secretario General, a su vez emanación de la Autoridad del Presidente, para pensar en un nombre que sustituya al difunto Plan Cajal.

Como se trata de soluciones sanitarias para problemas de salud muy delicados, se me ocurre que, entre el aragonés Cajal y el leal Feijóo, podría llamarse Plan Albor, recordando al gran Gerardo Fernández Albor, primer presidente gallego de AP, cuya condición de proctólogo durante medio siglo, le hacía acreedor al profundo agradecimiento de sus paisanos. Y no es fácil. Carolina Bescansa, heredera del imperio que su familia levantó en la farmacia más bonita de Santiago merced al Laxante Bescansa, nunca ha logrado ese apoyo popular. Luego es indudable que en el voto a Albor no sólo contaba el alivio físico sino la tranquilidad política y moral. Bautícese.

La trinchera móvil de Cuca: de las Cortes a Moncloa

También ha reforzado extraordinariamente la autoridad de Casado la designación de Cuca Gamarra para sustituir a Cayetana. Su feliz paisano Pedro J. Ramírez, en fraterna tarea de propaganda, la ha llamado Duquesa de la Victoria, homenaje a Espartero, cuyas nupcias con una rica riojana le permitieron rechazar el trono que le ofrecían los liberales, porque un rey de España no podía llamarse Baldomero Primero. Amadeo debutó otro, traído de Italia como de una rifa, y así le fue. Es mejor recurrir al producto local.

Los aguafiestas, que nunca faltan, dirán que su frase de "no cavar trincheras" -un criado de Génova le ha atribuido "no levantar trincheras"- contradice los hechos, no diré la autoridad, de Casado, que ha dicho que no piensa pactar nada con el Gobierno de Sánchez mientras Iglesias siga en él. Puede parecer contradictorio que Cuca diga no a las trincheras mientras su jefe excava una cada vez más profunda sobre el único pacto de importancia posible: con el Gobierno social-comunista, que, por la reacción de Sánchez a la amenaza de la quemacajeros Isa Serra, pareja del presunto asaltacajas Del Olmo, no parece dispuesto a inclinar a la derecha los Presupuestos.

Pero si Casado no quiere pactar los Presupuestos, ni el reparto del CGPJ opus magnum en el que ya anduvo Teodoro metiendo a Marchena de por medio y en el que ahora dicen que ha metido a Enrique López, ni la rendición ante el separatismo catalán y vasco, ni cualquier otra medida que no esté relacionada con la política sanitaria, ¿qué ha cambiado en el PP? ¿Qué trincheras se han cerrado? ¿Qué será de esos 10 millones de votos que, decían, la decapitación de Cayetana iba a traer o a devolver al PP? ¿Dónde está el giro al centro, la apertura al diálogo, el parecerse a la sociedad?

Columbro que la Duquesa de la Victoria ha relevado a la marquesa de Casa Fuerte porque tiene un arma secreta, la trinchera móvil, dibujada por Leonardo da Vinci una vez que hizo noche en Logroño, y transportable a voluntad. ¿Estaba ayer bien honda, con sus sacos terreros y alambre de espino, en la Carrera de San Jerónimo? Hela en los altos de la Moncloa. Sorpresa, estupor, desconcierto del enemigo. Aún no ha dejado de aplaudir la Izquierda la caída de la marquesa y resulta que la duquesa es aún peor. Se supone que, al menos, no molestará como la otra; pero poco cambio es.

Confieso mi desazón, cercana a la irritación, cuando el PP decide por enésima vez ese "giro al centro" que, como votante, me marea. He escrito muchos artículos y ensayos sobre ese giro que empezó Aznar, recuperó Rajoy y ahora revive Casado, Cuca mediante. Pero veinte años después de publicar en La Ilustración Liberal el ensayo "Viaje al centro de la nada", sigo con la misma sensación de perplejidad, no exenta de fatigada molestia. ¿Nunca dejará la derecha el maricomplejinismo? ¿Hemos de ver cómo se arrodillan, ayer ante Polanco, hoy ante Ferreras, mañana ante Tontilónez?

Inés se rinde al Ken de Barbigoña

No se limita mi asombro ante esa manía de centrarse de la derecha, que consiste siempre en irse a la izquierda. Hasta el más anti-Sánchez que era Rivera tragaba con toda la basura ideológica que le sirvieran, desde la Ley de Violencia de Género al asalto a la Tumba de Franco y a la perpetua ampliación de la Memoria Histórica, que este otoño se convierte, según ha anunciado Carmen la de Cabra en "Deuda con el Exilio". Será por Deuda. Cuca es defensora de la existencia de la brecha salarial y de la violencia de género, dos fantasmas ideológicos que asustan mucho a la derecha tontita. Y barrunto que tampoco le hace ascos al cambio climático. No sé en qué va a quedar la trinchera móvil de las Cortes, ahora en Moncloa, la verdad.

El centrismo opiáceo

Otra de centrismo mareante y mareado: Inés Arrimadas ha dejado al fin su condición de mamá confinada, pero se ha convertido en inquilina de la guardería Cum Fraude, del Ken de Barbigoña, de profesión descansar, y está dispuesta a votar los Presupuestos para evitar el "influjo de Podemos". Se dirá que así mantiene sus pactos a derecha e izquierda, como centro fetén. Pues no. Eso hacía Rivera con el PSOE andaluz y el PP madrileño, así que no veo el cambio. Y al parecer, el anunciado pacto electoral con el PP para las elecciones catalanas, tampoco tendrá lugar. Descentra al centro.

Aquí los únicos que no viran, giran o se mueven hacia el centro son los partidos de izquierdas, y no hay quien los mueva del Poder. Siempre he pensado que el centrismo es el opio de la Derecha; y el PSOE, su camello.

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