Lo de reformar la LOPJ para que no sea necesario el voto de 3/5 de las cámaras para elegir a los 12 vocales del CGPJ se parece mucho a un golpe de Estado.
Cada quiebra empresarial, cada nuevo parado en el Inem o cada empresario madrileño ahogado por las deudas supone una miserable victoria para Sánchez e Iglesias.
El 'masaje' sentimentalista al que recurrió el Gobierno, al tiempo que imponía el más largo y riguroso confinamiento, no ha podido evitar el choque con la realidad.