La versión digital de El País titulaba esta semana una de sus noticias: “Por qué Navarra no está confinada con la incidencia más alta de España”. El subtítulo daba la respuesta: “Pamplona cumple solo dos de los tres criterios que Sanidad impone para el cierre perimetral”. Una explicación aparentemente convincente y simple... y que no se creen ni los más fervorosos lectores de El País. Porque el subtítulo correcto habría sido este: "Sanidad estableció los criterios para cerrar Madrid y dejar abierta Pamplona".
En Navarra, y esto también lo sabemos todos, lectores de El País incluidos, gobiernan los socialistas con el apoyo de comunistas, independentistas y filoetarras. Y el objetivo del cierre era, ya se sabe, castigar al Madrid rebelde y pintar a Díaz Ayuso como una loca peligrosa. Pero hay más. Más allá de los números, sobre Navarra no se tomará ninguna decisión que no entusiasme a los navarros. Porque, además de retirarle el apoyo, los amigos revoltosos de Chivite bien podrían ponerse a incendiar las calles, y el Gobierno de la Dignidad no se ha hecho para reprimir a compañeros de lucha.
Quiero decir que si algún día hay que cerrar alguna comunidad socialista para disimular (disimular ha sido el principio rector de la acción de Moncloa en la pandemia), que se vayan preparando en Aragón, Asturias, Castilla-La Mancha, Canarias, Extremadura, La Rioja o la Comunidad Valenciana. La España de segunda, por decirlo así, a la que no hay que aplacar a concesiones para que no ardan contenedores.
El cierre de Madrid, los dos cierres de Madrid, son un nuevo golpe a la ya muy diezmada neutralidad institucional y una cacicada criminal, por los costes que tendrá para los madrileños y para una economía española que este Gobierno de vengadoras y aventureros sabotea sembrando a diario la incertidumbre y la desconfianza. (El primer cierre, por cierto, fue una maniobra política. El segundo tiene pinta de arrebato psicótico de déspota contrariado, de guapo rechazado, de niño rey castigado).
La naturaleza arbitraria de estas medidas la dejó más clara que nunca este martes el ministro Illa en una entrevista en la cadena SER. Illa anunció que no solo mantiene el estado de alarma selectivo que se le aplica a Madrid. También baja, de 500 a 100 casos por cada 100.000 habitantes, el umbral de casos con el que justifica el cerrojazo. Para poder seguir cerrando Madrid.
El ministro, además, se guarda un as en la manga por si la situación siguiera mejorando en la Comunidad de Madrid al decir que lo ideal sería bajar el umbral a 100 contagios por cada 100.000 habitantes; o incluso a 60. Según lo que necesite en ese momento el Gobierno para no abrir Madrid.
¿Y Navarra? Bien por encima de los 500, gracias, y sin estado de alarma.
Siguiendo una vieja tradición chavista de inventarse Gobiernos regionales de facto allá donde la oposición le ganaba en las urnas, el socialismo del siglo XXI venezolano creó hace años la figura del protector de los estados (una especie de comunidades autónomas) en que la oposición había ganado las elecciones.
Mediante la asignación de recursos a la oficina del protector en vez de a la Administración opositora legítimamente elegida por el pueblo y otras trampas en que tenía un papel central el saboteo por parte de los sindicatos oficialistas, el régimen chavista ningunea al Gobierno regional desafecto hasta convertirlo en una institución sin poderes. Este viejo artículo en español de Reuters explica muy bien todos estos mecanismos.
Con su doble cierre de Madrid, nuestro Sánchez y su obediente capataz Illa se abonan a otra práctica de acumulación de poder chavista (y ya van unas cuantas) declarándose protectores de Madrid para salvar a los habitantes de la región de lo que ellos mismos votaron. Los argumentos de Maduro contra los gobernadores opositores eran, generalmente, su falta de competencias, responsabilidad y conciencia social, y que solo gobernaban para los pijos.
Aquí en España, la portavoz en la Comunidad de Madrid de Podemos, Isa Serra, acusó recientemente a Ayuso de decretar “confinamientos segregadores, clasistas, irresponsables e injustos”. La portavoz socialista en el Congreso de los Diputados, Adriana Lastra, recriminó a Ayuso que estaba “abandonando a los madrileños”, y la criticó por “señalar y estigmatizar” a los barrios y distritos del sur de Madrid.
“La figura de los protectores es una figura para no dejar al pueblo al garete”, dijo Maduro en este discurso de nombramiento de protectores en 2017. No me dirán que no se parece todo.