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Adrián Dupuy

Pablo Casado: ‘ecce homo’

¿Con qué cara van ahora a pedir apoyos en Madrid, Andalucía o Murcia? Estoy seguro de que sienten vergüenza y tendrán por lo bajini que pedir perdón.

¿Con qué cara van ahora a pedir apoyos en Madrid, Andalucía o Murcia? Estoy seguro de que sienten vergüenza y tendrán por lo bajini que pedir perdón.
El líder del Partido Popular, Pablo Casado. | EFE

No pude seguir el debate. Escuché el resumen que Dieter Brandau hizo en esRadio, a lo largo de quince minutos, de los exabruptos que Pablo Casado dirigió a Santiago Abascal durante su intervención. Luego vi en televisión imágenes de su faena.

Con ojos empequeñecidos y húmedos por lo que parecía odio o rencor, propios de la reacción del tonto de la clase al que ningunean y que termina estallando, Casado fue uniendo toda una serie de ataques personales contra Santiago Abascal absolutamente innecesarios, desproporcionados y falsos.

Nosotros “no somos como usted porque no queremos ser como usted”… Tan asombrosa fue la diatriba contra el presidente del partido Vox con el que gobierna autonomías y ayuntamientos que uno se pregunta: ¿y cómo es Abascal? ¿Y cómo puede usted gobernar con él?

Me acordé de una escena en la que un personaje de Ana Karenina recibe una crítica desabrida de un periodista mediocre ante la cual Koznishev lo único que hace es preguntarse: “¿Es que le ofendí de alguna manera?”; porque no podía encontrar otra explicación al ataque atroz.

Me recordó también el debate en televisión entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy cuando el primero dijo: “El presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente y usted no lo es”. Y el segundo contestó lúcidamente: “Hasta aquí hemos llegado (…) usted perderá estas elecciones y se recuperará… pero de lo que no se puede recuperar uno es de la manifestación ruin, mezquina y miserable que ha hecho usted hoy aquí”. Fue una contestación brillante y certera.

Y estoy de acuerdo con Rajoy. Porque Pablo Casado no se recuperará nunca del discurso ruin, mezquino y miserable que hizo en el Congreso, porque ese discurso demuestra lo que es como persona –ecce homo–, ruin, mezquino y miserable.

Iba a ser un momento decisivo en la vida política de Pablo Casado: una moción de censura contra el infame Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Pero se olvidó de censurar a Sánchez y prefirió insultar a Santiago Abascal por eso de posicionarse. Siguiendo con Ana Karenina (que la anterior cita me ha llevado a ésta, y eso es lo que tienen las obras maestras), fue un momento en el que el hombre tenía que haber dado

pruebas de la agilidad y rapidez imaginativa que revelan los hombres antes de una batalla, de un conflicto, en momentos peligrosos y decisivos de la vida, momentos en los que el hombre da prueba de lo que vale de una vez por todas, y demuestra que todo su pasado no ha sido en balde, sino preparación para esos momentos.

En este momento decisivo para la vida política de Pablo Casado, Pablo Casado ha dado prueba de lo que vale; ha demostrado ser una mala persona.

Pero no sólo eso. Si, como decía Forrest Gump, “stupid is, stupid does”, no cabe duda de que también es idiota. Porque de lo que se trata es de unir a la derecha y al centro-derecha para evitar el Frente Popular. Y si no es posible la unión, por lo menos no insultes a tu socio y no vueles los puentes, porque si no resultará un imposible metafísico llegar al Gobierno (tal y como amenaza Pablo Iglesias, que tanto ha alabado el discurso de Casado). ¿Con qué cara van ahora a pedir apoyos en Madrid, Andalucía o Murcia? Estoy seguro de que sienten vergüenza y tendrán por lo bajini que pedir perdón.

Santiago Abascal prefirió no contestar en caliente, y en frío lo hizo con nobleza, manifestando su dolor e incomprensión y dando una respuesta lúcida: “Casado ayer ganó los periódicos y perdió los votantes”. Tal es mi caso.

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