Es verdad que vamos embalados hacia una Tercera República tan autoritaria y de izquierdas como la Segunda, pero también que cada vez se rebela más gente.
El sistema no da más de sí, pero los políticos siguen empeñados en hurtar esta clamorosa realidad ante un electorado en el que descuellan más de 9 millones de jubilados.
Uno de los más glosados preceptos del Evangelio separatista es el perverso plan que habría pergeñado el régimen para diluir el sentimiento nacional de los catalanes mediante la emigración.