Las grandes tecnológicas que controlan el bien más preciado, la información, se están confabulando contra el interés público y los derechos de los ciudadanos.
La Cañada Real es terreno fértil para la demagogia más vomitiva de esa izquierda que está en el Gobierno y que podría hacer muchas más cosas de las que hace.
El problema no es la ley de eutanasia en sí misma, sino la deriva eugenésica de una sociedad que se rasga las vestiduras ante el sufrimiento ajeno pero no se rasca el bolsillo.