La pandemia y los encargados de combatirla se han cebado en innumerables sectores de nuestra economía y de nuestra sociedad. Leemos a diario sobre ello, y son noticias tan amargas que ni con el mejor ánimo se las puede tomar a broma. Por eso nuestros poetas, deseosos de ser la espita de la olla de las malas noticias, han querido dar voz a otras víctimas de esta terrible plaga: víctimas que, pese a su evidente sufrimiento, no se han atrevido a expresar en voz alta sus dramáticas circunstancias.
LOS QUE TOCAN EL PIANO
por Monsieur de Sans-Foy
Ladrón me quiso Dios, y tan contento,
pues, con nocturnidad y alevosía,
trepando por alguna tubería
me gano honradamente mi sustento.
Así, hasta que llegó el confinamiento
y puso en cada esquina un policía.
¿Quién coño va a trepar a pleno día?
Porque, lo que es de noche... ni lo intento.
Bastante hemos sufrido los rateros
con tantos delincuentes extranjeros
que vienen a robarnos el trabajo.
Estamos apurados de cojones.
Excepto los políticos ladrones,
que pueden proseguir con desparpajo.
POBRE PICHABRAVA
por Fray Josepho
Con el covid, Mesié, lo que se acaba,
o al menos se restringe y se joroba
(más que el que desvalija, afana o roba),
es el donjuán eterno: el pichabrava.
Y es que antes del covid aquí abundaba
el seductor, galán y casanova
que sigiloso entraba en cada alcoba
y (¡triquitriquitraque...!) fornicaba.
E igual que el garañón, si se permuta,
también lo tiene mal la disoluta
que de varones quiere hacer acopio.
¡Vivimos tiempos tristes y crueles,
en los que los adúlteros e infieles
se tienen que entregar al amor propio!