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Federico Jiménez Losantos

De las tres capas de calzoncillos a las balas de kétchup: la SER y la Izquierda se empeñan en que los españoles no puedan votar en paz

Vox se reafirma. El PP no se ve amenazado. Y la costumbre de la SER y la Izquierda de no dejarnos votar en paz ya no funciona como hace diecisiete años

Vox se reafirma. El PP no se ve amenazado. Y la costumbre de la SER y la Izquierda de no dejarnos votar en paz ya no funciona como hace diecisiete años
Ángels Barceló implora a Pablo Iglesias que no abandone el debate. | EFE

Hace diecisiete años que la Izquierda política no permite que los españoles podamos votar en paz. Desde el 11M de 2004, el PSOE y sus aliados, cuya lista siempre incluye a la ETA, siempre monta una campaña de agitación a través de la SER culpando a la Derecha en general y a algún partido en particular, el que sea, de toda clase de crímenes y provocaciones. Está grabada la captura fuera de micrófono de Iñaki Gabilondo y Zapatero en 2008 diciendo que deben "tensionar" la campaña para animar al voto de la Izquierda. "Nos conviene", dice el hoy sicario de Maduro. "Os conviene muchísimo", asiente el hermano del candidato del PSOE a la Comunidad de Madrid. Nada ha cambiado. Sólo los personajes del montaje siniestro.

De Iñaki Gabilondo a Ángels Barceló

Esta vez no han hecho falta doscientos muertos y cercar la sede del PP en la jornada de reflexión. Pero Pablo Iglesias, que se jacta de idear la estrategia de Rubalcaba y Cebrián, García Ferreras e Iñaki Gabilondo, para cercar las sedes del PP en la jornada de reflexión, y culpar a su Gobierno de una masacre cuyos autores intelectuales y materiales impidieron investigar después y juzgar como es debido, va tan mal en las encuestas que intentó una cabriola de las que suelen descarrilar, aunque al principio puedan colar.

El marqués se presentó en un debate de la SER, conducido por una devotísima Ángels Barceló, que lo trató como Carlota Corredera a Rociíto, hasta tomándolo de la manita, como la víctima de unas cartas con balas que habrían recibido los tres mejores amigos de la ETA: Marlaska, la directora general de la Guardia Civil y él. Todo sarcasmo tiene justificación: ¿se las mandó Otegi, de las que dejó sin disparar? ¿Se le escaparon a la pequeña apisonadora que trituró tres montones de chatarra para vender por enésima vez el abandono del crimen por los de Otegi, socio de Iglesias y Sánchez? ¿O simplemente es un montaje grosero, porque ya no lo han organizado las cloacas de antaño, hogaño en la Fiscalía General del Estado o en la cárcel?

El vuelo corto del montaje

Además, culpó a Vox, a cuyos actos electorales Podemos y el PSOE animan a atacar, de esa supuesta correspondencia bélica. Y como Rocío Monasterio dijo que condenaba la violencia pero que del Gobierno del PSOE y de Podemos no se cree nada, se puso digno y dijo que se negaba a "blanquear a la ultraderecha" y que se iba. Así habló Pablotustra y se levantó, mientras la pistolera de Errejón, sentando cátedra de necia, porque era la más perjudicada por el numerito, llamaba "aberración" a Monasterio, la plañidera de la SER no lo tenía en cuenta y agarraba la mano de Iglesias, como si fuera el factor legitimador del debate electoral. Por supuesto, se fue, que a eso había venido. Y al poco recibieron órdenes de irse también Gabilondo y García, que habían dicho que se quedaban por la democracia y tal. Tremenda agresión la de Vox, feroz ataque fascista. ¡Oh, ah, ay, huy!

El montaje coló al principio en los medios cuyos periodistas están siempre dispuestos a que les cuelen cualquier gol desde la izquierda. Les hubiera bastado comprobar que Correos no entregaría una carta con balas a un destinatario, sino a la policía, que luego habla con el receptor. Iglesias no pudo recibir esa carta por correo, como las que de verdad han recibido los enemigos de la ETA y del terrorismo catalán desde hace años. Y menos aún, junto a Marlaska y Gámez, que no se presentan a las elecciones de Madrid. Era todo tan apresurado y chapucero que sólo los más vetustos izquierdistas que salen de casa con la consigna puesta, podían creérselo.

Pero las trolas de la Izquierda sólo funcionan si la Derecha las toma por verdades. Y esta vez no ha sido así. Vox respaldó a Monasterio e hizo después una jugada perfecta: presentarse como acusación en las famosas cartas de las balas de algodón o de kétchup, como decía Echenique que era la sangre de una simpatizante de Vox apedreada por la escoria. Así asegura que se investigue la pantomima del buitre moñudo y que Marlaska no se lo impute a Abascal. El PP se echó a temblar al principio, bajo la teoría de que la Derecha sólo gana si no se moviliza la Izquierda, algo totalmente falso en Madrid. Pero Ayuso no picó, y en lugar de atacar a Vox recordó que las balas y las pistolas son cosa de la ETA, la socia de Sánchez y de Iglesias.

El último regalo de Ferreras

Y ahí se acabó el montaje. Con un regalo inesperado: Ferreras, el de las tres capas de calzoncillos, se apresuró a cancelar el debate de la Sexta por la incomparecencia de los partidos o la entrada de Franco en Madrid, no sé. Pero al que perjudica esa cancelación es a Más Madrid, beneficiario del descrédito de Iglesias y el naufragio de Gabilondo. Vox se reafirma. El PP no se ve amenazado. Y la costumbre de la SER y la Izquierda de no dejarnos votar en paz ya no funciona como hace diecisiete años. Tendrán que inventar otro apocalipsis de bolsillo o por correo y hay poco tiempo. Villarejo, desde la cárcel, dirá que, con aficionados, estas cosas salen fatal.

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