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EDITORIAL

Salamanca y la vigencia del golpe separatista

Los ciudadanos de España no se merecen que haya presidentes autonómicos de primera y de segunda.

La conferencia de presidentes autonómicos de Salamanca ha puesto en evidencia el estado de desgobierno en el que está sumida España. La ausencia del presidente de la Generalidad, Pere Aragonès, es una muestra descarnada de la debilidad del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, entregado a los delirios, agenda y calendario de los golpistas catalanes. En la cumbre autonómica, más allá de que tuviera poco o mucho sentido, debía estar el presidente de la región catalana y el desplante tendría que acarrear consecuencias. Lo que resulta intolerable, tal como han subrayado los presidentes de las comunidades gobernadas por el PP, es que el plantón de Aragonès vaya a ser premiado con una reunión bilateral prevista para el próximo lunes

Por si no fuera suficiente con el plante, Aragonès ha cambiado la foto con sus homólogos por un encuentro en Ginebra con la prófuga Marta Rovira, secretaria general de ERC que huyó de España para no asumir las consecuencias de su muy notable participación en el golpe. Rovira fue una de las dirigentes que con más entusiasmo pisó el acelerador y una de las personas que con mayor ahínco empujó a Puigdemont a declarar la independencia en vez de convocar elecciones autonómicas. Sus gritos, hiperventilados excesos y ataques de ira están en todos los libros publicados por los protagonistas del golpe de Estado.

Aragonès es un muñeco en manos de Oriol Junqueras que no hace más que repetir cada dos por tres que es el presidente de todos los catalanes. Nada más falso, porque si aspirara a representar al conjunto de los ciudadanos de Cataluña este viernes habría estado presente en la conferencia de presidentes autonómicos de Salamanca defendiendo los intereses de su región. Sin embargo, ha podido más el supremacismo inherente a todos los líderes y dirigentes de ERC, la absurda y disparatada creencia de que el presidente de la Generalidad está por encima de la presidenta de La Rioja o del de Murcia, esas erróneas ínfulas por las que el presidente catalán se cree homólogo del presidente del Gobierno de España en vez de par del presidente ceutí.

Sánchez debería cancelar la reunión prevista para el próximo lunes entre la consejera catalana de Presidencia y la ministra de Política Territorial. De lo contrario, los presidentes de las comunidades regidas por el PP están perfectamente legitimados para no acudir a foros como el de Salamanca, que sólo sirven para poner de manifiesto que en Cataluña siguen ganando los golpistas con el consentimiento de un Gobierno enastado. En la cita de los presidentes autonómicos deben estar presentes todos y sin que medien sobornos. Que el lendakari Urkullu se jacte de haber obtenido el traspaso de tres nuevos impuestos para justificar su presencia en el encuentro es un bofetón a Sánchez muy parecido al que le ha propinado el indultado Junqueras a través de su mandadero Aragonès.

Los ciudadanos de España no se merecen que haya presidentes autonómicos de primera y de segunda. Es intolerable que mientras 16 gobernantes intercambian ideas, proyectos y reivindicaciones con el Gobierno de España un presidente regional tenga un foro exclusivo, bilateral y directo con ese mismo Ejecutivo. ¿Para qué han servido los indultos? Pues para que los líderes golpistas se reafirmen en sus propósitos separatistas.

La jugada de Sánchez ha sido un fiasco monumental. Quería establecer una nueva fase en la política catalana, un etapa de diálogo, un marco de concordia, un contexto de distensión, y se ha encontrado con un corte de mangas colosal perpetrado por los indultados a través del títere Aragonès.

Los propagandistas de Sánchez aseguran que la reunión de Salamanca ha sido un éxito, que el presidente del Gobierno ha desactivado reticencias y resistencias de los barones regionales con el anuncio de más vacunas y de que el 55% de los primeros fondos europeos serán gestionados por las CCAA. Otro conejo de la chistera de Sánchez, nueva jugada maestra del hombre de la mandíbula de cemento, enésimo alarde del presidente del Gobierno que el jueves repasó sus grandes logros sin incluir los indultos a los golpistas y la extradición de Puigdemont que con su habitual solemnidad prometió en la última campaña. Lo cierto, sin embargo, es que Urkullu le torea y Aragonès se le ríe en la pechera, conscientes ambos de que la poltrona sanchista está en sus manos.

El Gobierno no puede caer más bajo al consentir los excesos de la Generalidad, que se vayan a pagar con fondos públicos las fianzas de los golpistas por malversar dinero público. O al tolerar la ausencia del presidente autonómico de Cataluña en la cita de Salamanca. Pero, como ha asegurado la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la deslealtad tiene premio. El próximo lunes una ministra y una consejera regional catalana negociarán sobre los recursos de todos los españoles sin la participación de todos sus representantes. Es lo que hay y el golpe continúa.

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