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Cristina Losada

Quién politiza la lengua

En el fondo, incluso en la superficie, los socialistas han terminado por creer que el separatismo tiene razón.

En el fondo, incluso en la superficie, los socialistas han terminado por creer que el separatismo tiene razón.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | EFE/J. J. Guillén

En respuesta a Inés Arrimadas, que preguntaba qué va a hacer para evitar el acoso al niño y la familia de Canet, el presidente del Gobierno pidió que no se politice la lengua. "No politicen la lengua, por favor", dijo exactamente. Y tuvo un gran aplauso de su bancada, porque los diputados socialistas, igual que el presidente del Gobierno, deben de creer que la politización de la lengua es algo que hacen quienes denuncian la politización de la lengua que viene haciendo, desde tiempo inmemorial, el separatismo.

¿Dónde han vivido Sánchez y sus diputados? En algún país habrán vivido, pero no en éste. De haber vivido en éste y haber estado atentos, mínimamente atentos, sabrían que para el separatismo la lengua es un instrumento político: el instrumento político. Es el instrumento político de la construcción nacional. De ahí que la llamada inmersión lingüística no tenga ninguna razón pedagógica, sino una razón política. No es un sistema de enseñanza de idiomas. Es un sistema de exclusión. Quien crea que en Cataluña la llamada inmersión –mal llamada, porque consiste en la prohibición del idioma español– es sólo un procedimiento para enseñar un idioma no se ha enterado de nada. O no se quiere enterar.

Los que politizan la lengua son los separatistas. Sánchez, sin embargo, no ha pedido a los separatistas que dejen de politizar la lengua. A ellos, que la politizan hasta la náusea, no. Y no sólo porque ahora sería muy inconveniente pedir tal cosa a algunos de sus socios parlamentarios. Es que para Sánchez, como para tantos otros socialistas, la instrumentalización política que hace el separatismo de la lengua no es instrumentalización: es lo natural. Lo natural, para los socialistas, es lo que los separatistas dicen que es natural. El monolingüismo de la escuela catalana no lo ven como una extraña cosa en un lugar bilingüe, sino como un dictado de la propia naturaleza, de la propia tierra: cada tierra con su lengua propia y ninguna más.

En el fondo, incluso en la superficie, los socialistas han terminado por creer que el separatismo tiene razón, y que su victimismo y sus listas de agravios están justificadas. Y todo ese paquete de cesiones ideológicas lo han ido envolviendo con invocaciones a la diversidad y la pluralidad. Como la que ha hecho la ministra de Justicia, que ha pedido a la oposición que "entienda que España es un país diverso y plural". Pero ¿cuándo entenderán estos socialistas que Cataluña es diversa y plural? Ah, eso no lo quieren entender. Cierto, han terminado condenando el acoso al niño y la familia de Canet, pero ha quedado patente que les molesta más la denuncia del acoso que el acoso. Sí, se les ha entendido bien: si nadie reclamara sus derechos, la convivencia sería perfecta.

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