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Enrique Navarro

El primer mes de la tercera guerra mundial

¿Tercera Guerra Mundial? Ya tenemos doscientos mil hombres desplegados en la frontera Este con centenares de aviones y buques en alerta.

¿Tercera Guerra Mundial? Ya tenemos doscientos mil hombres desplegados en la frontera Este con centenares de aviones y buques en alerta.
EFE

El pasado 24 de febrero, Rusia y su aliado, Bielorrusia, iniciaron la invasión de Ucrania con el doble objetivo de anexionarse el país evitando que cayera en el marco de protección de la OTAN, alegando para ello, como es tradicional, razones humanitarias y de protección étnica, y en segundo lugar, para reforzar su posicionamiento geoestratégico frente a la OTAN, deslegitimando la pertenencia a la alianza Occidental de antiguos países de la órbita de la URSS, como Moldavia, los estados Bálticos o los países que sufrieron durante décadas la tiranía comunista.

El despliegue de ciento cincuenta mil hombres durante meses, quizás la principal razón del fracaso militar de este mes, buscaba una involución en Ucrania; lejos de conseguir este propósito, reforzó la unidad del país en torno a su líder, votado por una amplia mayoría incluso en las regiones pro-rusas. Eran suficientes tropas y tiempos para conseguir derrotar a Ucrania sin necesidad de perder hombres con una involución política, pero insuficientes para conquistar un país de más de seiscientos mil kilómetros cuadrados. Pensemos que Estados Unidos, para ocupar un país de casi la mitad de extensión y con un ejército muy inferior al ucraniano, desplegó 500.000 hombres y una fuerza aeronaval impresionante.

En las últimas tres semanas los rusos apenas han avanzado; han sido incapaces de cercar Kiev, ni siquiera de tomar Mariupol y Jerson, que se hallaban a unos pocos kilómetros de sus posiciones iniciales. Ucrania, por su parte ha incrementado sus efectivos hasta los cuatrocientos mil y ha recibido escasas armas de Occidente para un ejército tan vasto, pero suficiente para causar estragos en las fuerzas invasoras. El uso de armamento pesado por Ucrania para interceptar misiles y lanzar ataques demuestra que Rusia ha sido incapaz de destruir, a día de hoy, el grueso de la capacidad militar ucraniana.

Después de un mes de combates menores con un resultado claramente desfavorable para Rusia en bajas y desgaste, la capacidad ucraniana empezará a resentirse con gran rapidez si no llegan abundantes suministros para mantener una fuerza de esa dimensión, especialmente cuando la guerra se intensifique en las próximas semanas. Solamente en munición de 5,56 mm necesita, al menos, veinte millones de cartuchos diarios.

Qué podemos esperar de Rusia

Como era lógico, nunca ha habido ni habrá voluntad de negociación por parte de Rusia. La extenuación de sus tropas le obliga a un rápido reemplazo de hombres y material que es en lo que se está centrando Rusia ahora, desplegando doscientos mil hombres de refresco. En dos semanas Moscú tendrá a más del 70% de su ejército en Ucrania.

El cambio en la dirección de la guerra se va a notar en una menor exposición de las tropas rusas al enemigo y en una intensificación de los bombardeos sobre las líneas de aprovisionamiento ucranianas en el oeste. También se seguirán modulando los daños; no se entiende muy bien, desde el punto de vista militar, que todavía haya agua y electricidad en Kiev, con el fin de generar una corriente continua de refugiados hacia Polonia que desestabilicen al país objetivo número uno de Moscú, como siempre. Si nos parecen horribles los daños que vemos hoy en día, observemos lo que fueron capaces de hacer en Alepo para entender hacia dónde nos dirigimos.

Los nuevos reemplazos se están enfocando en el este del país, lo que lleva a pensar que Kiev podría pasar a ser un segundo objetivo, muy complejo de tomar con los medios existentes, salvo con la destrucción total, algo que ninguna opinión pública, incluida la rusa, permitiría. Veremos avances significativos por la costa y hacia el Dnieper, y quizás en ese momento se pueda replantear una negociación que, a todas luces, será inviable.

Quizás Rusia haya asumido que las sanciones cada vez serán peores y que, antes o después, iremos al embargo petrolero y de gas. En este entorno, conseguir sus objetivos de forma rápida no cambiaría esa coyuntura, así que no tendría mucho sentido dejarse una buena parte de sus capacidades militares en forzar una máquina que quizás no le va a resolver nada. Además, mientras que la guerra se mantenga, Putin estará fuerte en el país. Con Ucrania tomada, con lo que eso significaría militarmente, y con las sanciones totalmente desplegadas, la situación para Putin podría deteriorarse rápidamente.

¿Qué opciones tienen los ucranianos?

La estrategia inicial de Zelenski ha fracasado. Consiguió detener el avance de las tropas, pero esa acción tenía como objetivo la intervención de la OTAN en la guerra; como ésta no se va a producir, sólo ha conseguido tiempo, aunque no se sabe para qué le va a servir. Su presencia diaria en medios, tiene un alcance limitado y puede llegar a producir extenuación en unas sociedades occidentales que ya están más preocupadas por la subida de los precios y del gasto público y por qué pasará con la energía que con el destino de Ucrania.

Para Kiev, una guerra larga le supondrá una gran derrota, porque cada vez le será más difícil mantener la tensión al combatiente ucraniano exhausto de correr con sus Javelin y Stinger por todo el país cazando rusos, y porque el suministro de equipos occidentales no es ni la décima parte de lo que necesitaría una fuerza armada de esa dimensión en guerra. Cada semana será mucho más difícil llevar suficientes equipos al frente, hasta que las líneas se corten, y entonces quedará una lenta agonía.

Sin embargo, los ucranianos no tienen ninguna capacidad para acortar la guerra, salvo que acepten las condiciones rusas, que al menos servirían para mantener el gobierno y ganar tiempo, no unos meses sino unos años. Mientras que Rusia se refuerza cada día, Ucrania se agota. Las deseadas baterías S-300 antiaéreas le darían alguna capacidad, pero ni siquiera todas las que disponen los países occidentales serían suficientes para defenderse de la aviación rusa. A cada lanzamiento de un misil se descubrirían y no tardarían más que unos días en ser destruidas todas las baterías. A Ucrania sólo le queda la guerra de guerrillas tras la ocupación, y si bien eso desgasta al invasor, no va a producir una involución de la situación y sí mucho sufrimiento al pueblo ucraniano. Kiev debe entender que para Putin sus combatientes irán al cielo, y las víctimas civiles ucranianas al infierno, y con esa lógica destructiva aborda esta guerra.

¿Por qué hablamos de Tercera Guerra Mundial?

Occidente está armando en una guerra al enemigo directo de Rusia, es decir, militarmente ha tomado partido directo por Ucrania. Las sanciones económicas aplicadas por atacar a un país no OTAN son las mayores de la historia. Se despliegan tropas occidentales ante la seguridad de que la guerra de Ucrania podría derivar en un incidente que nos abocara a un conflicto directo, y ya tenemos doscientos mil hombres desplegados en la frontera Este con centenares de aviones y buques en alerta. Por su lado, Rusia mantiene sus fuerzas nucleares en estado de alerta, listas para ser utilizadas mientras que prueba su armamento más moderno y destructivo en Ucrania.

El gran peligro que visualizo, después de lo que estamos viendo, es que Rusia tiene una capacidad militar convencional muy limitada y claramente inferior a la europea; necesita una gran movilización para ocupar un país que militarmente casi no existía. Esto acentúa el peligro nuclear; Rusia no va a cejar en su empeño hegemónico porque su ejército sea insuficiente y recurrirá al armamento nuclear si sus aspiraciones lo requieren.

Mientras, Rusia incrementa su presencia en África y construye bases en varios países del continente. Su mayor cliente militar es Argelia al que está dotando de su armamento más moderno con el único objetivo de desestabilizar el Mediterráneo Occidental. Mientras que sus aliados iraníes en Medio Oriente y China, en el lejano Oriente, incrementan sus movimientos militares y sus acciones hostiles contra Occidente. Cuarenta países se han negado condenar la invasión de Ucrania, lo que muestra que los tentáculos de Putin son mucho más poderosos de lo que pueden parecer. Además, cuenta con una quinta columna política y mediática en Occidente que mediatiza la situación equiparando responsabilidades.

España, durante siglos, nunca ha mirado hacia el exterior; sus líderes políticos no necesitaban entender nada de fuera porque pretendíamos ser inmunes; ahora todo lo que ocurre depende de nuestras relaciones exteriores, de nuestro posicionamiento estratégico y del abandono de posiciones románticas que, lejos de resolver problemas, los agrava. Viviremos décadas de un reposicionamiento del mundo, de una creciente amenaza rusa y china en todo el globo y de una economía que, para mantenerse en crecimiento, deberá renunciar a postulados irrenunciables hace apenas un año y tendremos que asumir que viviremos durante años una economía de guerra.

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